9
DE JULIO
1816:
Independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata
1947:
Acta de Independencia
Económica de la Nación Argentina
2016:
Por la Tercera Independencia
Nacional
«¡Qué solos y qué pobres, pero qué fuertes y
espiritualmente ricos en virtudes propias de nuestra raza debieron sentirse los
fundadores de la patria!»
(Juan Domingo Perón, 9 de julio de 1946)
Por la
Tercera Independencia Nacional
En julio de 1816, representantes de los pueblos de las
Provincias Unidas de Sudamérica declararon la ruptura de los vínculos que
ligaban a esta región con los reyes de España, la recuperación de los derechos
de los que habían sido despojados para proclamarse como nación libre e
independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, y de toda
dominación extranjera. Eran horas difíciles para nuestra Patria Grande,
sometida a la presión de la reacción contrarrevolucionaria, de conspiraciones
oscuras contra el ejército libertador de San Martín, de amenazas de invasión en
el norte, de invasiones portuguesas sobre la Banda Oriental, de
rencillas internas entre porteños y provincianos y de rivalidades caudillescas.
Pese a ello, los congresales reunidos en San Miguel
del Tucumán creyeron firmemente en sí mismos y en el futuro de nuestra Patria.
Por eso, pudieron rasgar las tinieblas y oscuridades que se cernían sobre
nuestra nación incipiente, y llenos y
animados del santo ardor de la justicia proclamaron nuestra Independencia
política, para convertirse en los héroes tutelares e inmortales de nuestra
soberanía.
Al presentar su Primer Plan Quinquenal, el general
Perón había afirmado que entre las ambiciones y necesidades de su incipiente
gobierno se contaba el anhelo de lograr la liberación
absoluta de todo colonialismo económico, para rescatar al país de la
dependencia de las finanzas foráneas. En julio de 1947, en la misma casa histórica en la que se
proclamó la independencia patria, el gobierno del General Perón promulgó el Acta de la Independencia Económica,
mediante la cual se reafirmaba el propósito del pueblo argentino de consumar su
emancipación económica frente a los poderes capitalistas foráneos que hasta ese
entonces habían ejercido el control y dominio de nuestra economía, bajo las formas de hegemonías económicas
condenables y de los inescrupulosos nativos vinculados a dichos poderes
foráneos.
Mediante este acto, se conmemoraba la gesta de 1816,
actualizando sus propósitos libertadores y afianzando las raíces productivas que
la fortalecían y nutrían. Se continuaba así la liberación de nuestra Patria,
con una economía recuperada, libre del capitalismo foráneo, al igual que de las
hegemonías económicas mundiales y de las nacionales comprometidas con éstas.
Hoy,
los argentinos nos encontramos sometidos a la agresión integral del poder financiero
internacional y a los intereses ligados a él, que desde 1976 y en forma ininterrumpida no sólo ha arrasado con la
organización productiva de nuestra Patria, para volver a convertirnos en un
país-granero, sino que además ha aniquilado las conquistas laborales y obreras,
diluido nuestra identidad cultural y nacional y extranjerizado al extremo los
recursos naturales y las finanzas de nuestra Patria. Como aliados de este
criminal accionar, este poder inhumano ha contado con el aporte cipayo de
dirigentes y funcionarios, pasados y actuales, que han hipotecado y siguen
hipotecando la riqueza de nuestro país a la avidez extranjera mundialista,
llegando a admitir la infamia que poderes inherentes a nuestra soberanía se
ejerciten dentro de nuestro territorio, a través de núcleos foráneos
enquistados en los engranajes de nuestra economía.
Es un contrasentido total pretender festejar los 200
años de la independencia nacional inventando feriados turísticos y encarando un
enorme endeudamiento externo, política que ya ha mostrado ser estéril y
contrario a los intereses y necesidades de toda nación que quiere ser soberana.
Por eso, frente a esta postración económica, social y política de nuestra
Patria, saqueada integralmente por izquierda y por derecha, y frente a la
mentira institucionalizada que pretende hacer creer que estamos en presencia de
un proceso transformador, cuando en realidad estamos recorriendo el camino de un nuevo sometimiento al
imperialismo internacional del dinero, nos abrazamos a los ideales emancipadores y
liberadores de nuestros Padres fundadores y a las banderas supremas y eternas
de la Soberanía
política, la
Independencia económica y la Justicia social;
nos aferramos al riquísimo patrimonio espiritual heredado de los caudillos y
líderes de nuestra Nación y de la Patria Grande hispanoamericana, quienes pusieron
por delante el corazón de patriotas y ofrecieron a nuestros antepasados lo
mejor de sí mismos. En tal sentido, reafirmamos nuestro compromiso de levantar
las banderas liberadoras y dignificadoras de nuestra Patria, para continuar y
asegurar los esfuerzos y las luchas de todos los héroes y patriotas que
ofrendaron su existencia para forjar la felicidad de nuestro pueblo y la
grandeza de nuestra Nación.
Por
la definitiva Independencia de nuestra Patria
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