“Renunciar
a la política es renunciar a la lucha y renunciar a
la lucha es renunciar a la vida, porque la vida es lucha”
(Juan Domingo Perón)
1943
– 4 de Junio – 2013
Muy lejos de ser
una simple asonada militar o un simple golpe de Estado, el pronunciamiento
militar del 4 de junio de 1943 significa históricamente el inicio o el germen
del proceso político, social, económico, cultural y religioso que irrumpió
definitivamente el 17 de octubre de 1945 y que ha dividido en dos la historia
de nuestra Patria, en un antes y un después. En otras palabras: si el peronismo
constituye, en palabras de Eva Perón, “el cristianismo hecho política”, el 9 de
junio de 1943 bien puede parangonarse con la natividad o encarnación de lo que
después se configuró e instituyó como una doctrina profundamente humanista y
profundamente cristiana, que tiene como objetivo final de su accionar la
dignificación de los humildes de nuestra Patria y la redención y liberación de
la Nación.
El Grupo Obra de
Unificación (G.O.U.) que impulsó el proceso revolucionario tuvo como objetivo
de su organización “unir espiritualmente a todos los jefes y oficiales del
Ejército”, para cohesionar a sus cuadros y lograr así “la unidad de acción,
base de todo esfuerzo colectivo racional”.
El G.O.U. no fue
una logia, ni una secta, ni menos una cofradía secreta. Más bien fue un
movimiento de unificación de ideas y de sentimientos, basado en la “renuncia
a los bienes materiales y a las ambiciones personales”, “la
grandeza de la Patria y del Ejército” como inspiración permanente, “el
sacrificiocomo ambición y la verdad como lema”, la “renuncia a
la vida cómoda”, y la exaltación de “la acción y la lucha como fuentes de
eterna vivificación de todo lo humano y lo divino”. En otras palabras, fue
un movimiento nacido del idealismo y nutrido con el renunciamiento. En
definitiva, el G.O.U. se propuso conformar una fuerza colectiva de aglutinación
espiritual y de unificación de los soldados de la Nación, con la finalidad
última de sostener y fortalecer la grandeza y la dignidad de la Patria.
Así concebido,
animado de estos valores morales y espirituales, el
movimiento revolucionario de 1943 no constituyó un golpe militar de palacio y
una invasión de las esferas gubernamentales, sino el comienzo de la obra
reparadora y dignificadora del pueblo y de la Nación Argentina, frente a la
postración política y económica que padecía la Argentina como apéndice de las
finanzas internacionales y del Imperio Británico. La corrupción estructural y
el fraude electoral como “políticas de Estado” eran la consecuencia de esa
condición neo-colonial.
Por eso la
Proclama del 4 de junio de 1943 declara como objetivos del pronunciamiento la
defensa de los sagrados intereses de la Patria, la abnegación, launidad
y unión de los argentinos, el sostenimiento de las
instituciones y las leyes, la soberanía real e integral de la
Nación, el bien y la prosperidad de la Patria como
principio inspirador de la actuación pública.
En definitiva, el
4 de junio de 1943 constituye la gestación y el nacimiento de la empresa
restauradora de la soberanía nacional y popular que tendrá su expresión señera
y culminante en la gesta popular del 17 de octubre de 1945.
¿Cuál es el
mensaje que esta fecha transmite para nuestros días? Que los argentinos
somos invencibles, si nos atrevemos a luchar con ayuda de los
valores morales para hacer frente a un materialismo estúpido y
claudicante; que para ser grandes y dignos debemos marchar hacia la
historia, no hacia la riqueza y el vicio; que somos felices, no
porque tengamos mucho sino porque no ambicionamos nada de los bienes
materiales que todo lo corrompen y todo lo pudren.
PROCLAMA
REVOLUCIONARIA DEL 4 DE JUNIO DE 1943
Las Fuerzas
Armadas de la Nación, fieles y celosas guardianas del honor y tradiciones de la
Patria como así mismo del bienestar, los derechos y libertades del pueblo
argentino, han venido observando silenciosa pero muy atentamente las
actividades y el desempeño de las autoridades superiores de la nación.
Ha sido ingrata y
dolorosa la comprobación. Se han defraudado las esperanzas de los argentinos,
adoptando como sistema la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción. Se
ha llevado al pueblo al escepticismo y a la postración moral, desvinculándose
de la cosa pública, explotada en beneficio de siniestros personajes movidos por
la más vil de las pasiones.
Dichas fuerzas,
conscientes de la responsabilidad que asumen ante la historia y ante su
pueblo -cuyo clamor ha llegado hasta los cuarteles- deciden cumplir con
el deber de esta hora: que les impone salir en defensa de los sagrados
intereses de la Patria.
La defensa de
tales intereses impondrá la abnegación de muchos, porque no
hay gloria sin sacrificio.
Propugnamos la
honradez administrativa, la unión de todos los argentinos, el castigo de los
culpables y la restitución al Estado de todos los bienes mal habidos.
Sostenemos nuestras
instituciones y nuestras leyes, persuadidos de que no son ellas, sino los
hombres quienes han delinquido en su aplicación.
Anhelamos firmemente
la unidad del pueblo argentino, porque el Ejército de la Patria, que es el pueblo
mismo, luchará por la solución de sus problemas y la restitución de derechos y
garantías conculcadas.
Lucharemos por
mantener una real e integral soberanía de la Nación; por cumplir
firmemente el mandato imperativo de su tradición histórica; por hacer efectiva
una absoluta, verdadera y leal unión y colaboración americana y cumplimiento de
los pactos y compromisos internacionales.
Declaramos que
cada uno de los militares, llevados por las circunstancias a la función
pública, se compromete bajo su honor:
A trabajar honrada
e incansablemente en defensa del honor del bienestar, de la libertad, de los
derechos y de los intereses de los argentinos.
A renunciar a todo
pago o emolumento que no sea el que por su jerarquía o grado le corresponde en
el ejército.
A ser inflexibles
en el desempeño de la función pública, asegurando la equidad y la justicia de
los procedimientos.
A reprimir de la
manera más enérgica, entregando a la justicia, no sólo al que cometa un acto
doloso en perjuicio del Estado, sino también a todo el que, directa o
indirectamente, se preste a ello”.
A aceptar la carga
pública con desinterés y obrar en ella sólo inspirados en el bien y la
prosperidad de la Patria.
MOVIMIENTO “PRIMERO LA PATRIA”
Juan Gabriel Labaké Juan Carlos Vacarezza
Jorge Alberto Dall’Aglio
Rodolfo Jorge Brieba José Arturo Quarracino