sábado, 30 de junio de 2012

LOS "OTROS" DE LOS 70



                               (los que nunca cobraron por militar)
                                                                                                                 Alberto Buela (*)

Mucho se ha escrito sobre la generación de los setenta en Argentina, sobre todo porque ese calificativo lo utilizaron y lo utilizan a rajatabla la izquierda y los montoneros, quienes desde la restauración democrática del 83 monopolizaron el sufrimiento y la victimización.
Ellos recibieron los 250.000 dólares por cabeza del gobierno neoliberal de Menem[1] por haber sufrido la violencia del Estado a través del gobierno de la dictadura militar (1976/83). Y ellos se quedaron con el poder del Estado en el gobierno de los Kirchner del 2003 a la fecha.
El tema de las generaciones es una ocurrencia de Ortega y Gasset, que si bien no fue un gran filósofo, fue un gran divulgador de las ideas alemanas en filosofía en la primera mitad del siglo XX y que tuvo algunos chispazos de ocurrencia. Así por ejemplo, cuando estuvo en Argentina (varias veces) tuvo afirmaciones como estas: “la pampa con su horizonte sin límites nos indica que el ser de la Argentina es: ser promesa”. O esta otra: “Buenos Aires con sus calles arboladas es la ciudad de la esperanza” (Claro está, los árboles tiene hojas verdes y el verde es el color de la esperanza. ¡Qué extraordinario!.
El asunto es que esta idea de las generaciones es más que nada una idea instrumental y didáctica para explicar la historia de la literatura, las tendencias políticas y alguna que otra coincidencia de ideas en un mismo período de tiempo. Eso es todo.
Pues ni todos los hombres de una misma generación piensan lo mismo, tienen los mismos valores ni actúan de igual forma. Existe, eso sí, un tono general de la época expresado en modas, hábitos, costumbres, comidas y posturas, pero poco se puede colegir de todo ello.
Dada por buena esta teoría de las generaciones, que como vimos nosotros cuestionamos, se ha sostenido que las generaciones llegan a su floruit, a su expresión más apropiada a los veinticinco años de su nacimiento (Ortega sostenía, entre otras arbitrariedades, que el hombre llegaba a su plenitud intelectual a los 26 años) de modo que la generación de los años 70 estuvo constituida por hombres nacidos entre el 45 y el 55.
Nosotros formamos por derecho propio parte de estos hombres y no fuimos ni de izquierda, ni montoneros, ni fascistas, ni nacionalistas católicos: simplemente peronistas. Y ahí quedamos como la feta de mortadela en el sándwich.
No necesitamos que Perón echara a los montoneros de la Plaza de Mayo para saber que ellos habían asesinado a Rucci y a Vandor. O saber que la izquierda, siempre gorila, había asesinado a José Alonso o a compañeros nuestros como Castrofini.
Los peronistas genuinos tuvimos además que soportar el estar rodeados por ese engendro que fue el grupo de Guardia de Hierro, una especie de peronismo pasado por agua bendita, al que en estos días José Feinmann, trató de “peronismo tonto”[2]. El personaje emblemático de este grupo ha sido Julio Bárbaro, quien fue empleado de Menem, de Duhalde y de Kirchner y hoy se jacta de ser amigo al mismo tiempo y por el mismo precio de Macri, Moyano y Scioli. Es toda una caracterización de la actitud que ha tenido este grupo durante toda su larga historia: un oportunismo sin límites, apoyado en la indefinición de un miasma  ideológico que va desde el socialismo al fascismo o del catolicismo ortodoxo al apoyo irrestricto de la judería.
Pero si no queda la izquierda, ni la cipaya ni la otra, ni los montoneros, ni los peronistas en agua bendita, ¿quién queda? Quedan los miles de militantes barriales, de las fábricas, en los sindicatos, en las múltiples asociaciones sociales. Quedan, en una palabra, los miles de peronistas sin aditamentos que conforman el pueblo peronista.
Nosotros hemos encarnado ese pueblo peronista porque nosotros somos ese pueblo. Hombres como Agosto, el inefable Mario Granero, Ponsico, Poggi, el Mono Graci, Américo Rial,  Brieba, el mencionado Miguel Ángel Castrofini (lo asesina el ERP en 1974), O.Silva, Cánepa, Azcona, Vacarrezza, Gergo, Dall`Aglio, Uriondo, Chindemi, Amilcar, Pesatti, Di Blasio. P. Sanguinetti y pensadores como Mason, Cagni, Maresca, Duarte, Regnasco, Chaparro, P. Albanese, J. Quarracino, E. Smith y tantísimos otros militantes[3] que nunca cobramos por militar.
De lo nuestro no sólo quedó el testimonio del carácter insobornable, de nuestra integridad moral y de la práctica de las virtudes que hemos intentado: la honorabilidad, la hidalguía,  el compañerismo. Quedaron nuestras obras en los ámbitos que hemos actuado. Quedó la primera gesta de Malvinas en el 66, el Congreso 50 años de la Comunidad Organizada, la gestión honorable en la Biblioteca Nacional, el sable de San Martín, el ser jueces que no bajaron los cuadros de Perón, o jefes de policías donde la tortura y el apriete fueron inconcebibles. El llevar adelante sindicatos humildes con vocación social. El trabajo en barrios carecientes hasta el agotamiento. La denuncia que los mayores muertos de la dictadura los puso el movimiento obrero y no las madres de Mayo. La defensa del mundo criollo como legisladores, el desenmascaramiento del imperialismo internacional del dinero, etc., etc.
Intelectualmente no nos comimos el verso de “la filosofía o la teología  marxista de la liberación” como traslación de categorías europeas a Nuestra América, sino que propusimos una filosofía de la liberación de corte popular, basando nuestros postulados en la búsqueda y explicitación de una filosofía de las identidades.
Intentamos filosofar desde América, pero no acotados al relativismo que impone  “la situación”, sino como filósofos enraizados en nuestro Genius loci (clima, suelo y paisaje), que es lo único que nos permite tener una genuina autoconciencia.
Hoy el monopolio montonero en el poder del gobierno y en los aparatos del Estado nos ha sepultado. No tenemos cabida, nos ha silenciado y últimamente, para colmo, nos mete presos.
El instrumento ideológico es su política de derechos humanos, que apoyada en el dolor cierto y profundo del sufrimiento del pueblo argentino la aplican sesgadamente sólo para beneficio de ellos y para perseguir a los disidentes, y más aun si estos son de cuna peronista, porque despertamos en ellos “la mala conciencia”. Así los dineros públicos están dirigidos a dos fines: al beneficio personal y de grupo y a la persecución y silenciamiento de “los otros”, esto es, “nosotros”.
¿Qué nos está permitido esperar? Es sabido que para realizar en política una acción eficaz se necesitan: hombres, medios y acontecimientos. Hoy los mejores de nuestros hombres se han llamado a silencio o se han replegado al fuero familiar o local. Los acontecimientos no son propicios, pues el gobierno ha reemplazado la teoría peronista de que existe una sola clase de hombres, los que trabajan, por el subsidio y la dádiva, y el hombre es un ser hedonista que busca el placer y evita el dolor. Y los medios los maneja la parte montonera y de izquierda de la generación de los 70 en el poder.

Si esto es como nosotros lo pintamos, sólo dos cosas podemos esperar: Qué el cúmulo de errores y arbitrariedades cometidos por el gobierno agudice las contradicciones de nuestra sociedad y se caigan como una torre de naipes. O, que comentan un error mayúsculo en contra de los grupos concentrados de la economía que dicen combatir, como fue el caso de Berlusconi o Papandreu, y los poderes indirectos lo desplacen.
Mientras tanto nosotros, “los otros”, tenemos que seguir militando en orden a la instauración en nuestra comunidad de las  cuatro banderas del peronismo: independencia económica, justicia social, soberanía política y nacionalismo cultural.
Alguno dirá: ¿pero “cuál es el referente o el anclaje político”? No tenemos, pues el menemismo nos mintió, el duhaldismo nos defraudó y el kirchnerismo nos traicionó. Nuestra referencia son las banderas históricas del movimiento nacional y nuestro anclaje, el movimiento obrero organizado y  “las necesidades del pueblo argentino”.
Sabemos que algunos de los nuestros, “los otros”, por aquel repliegue que mencionamos prefieren no dar batalla ante la injusticia y nos piden que guardemos silencio, pensando que se puede aprovechar algún pliegue jurídico o político del sistema diabólico creado por los ex montoneros y la izquierda cipaya. Esto es un error garrafal[4]. La política para existir tiene que ser política pública. Política de cenáculo, de pacto, de consenso es siempre criptopolítica y eso tenemos que destruir, tenemos que anular. Y la única posibilidad para ello es practicar la metapolítica, es decir, trabajar y hacer ostensibles a la conciencia popular las grandes categorías que condicionan la acción de la política como criptopolítica. Cabe recordar que el símbolo de la metapolítica es Perseo[5] con su espada sangrante en una mano, y en la otra, la cabeza de la gorgona Meduza tomada de sus cabellos que son rizos con forma de serpientes.


[1] Conozco un solo caso que rechazó la indemnización que fue el del dirigente sindical Julio Piumato, quien le hizo juicio al Estado. Lo ganó pero percibió mucho menos.
[2] Utilizó otro calificativo más jodido y denigratorio por el que tendrá que responder en el Inadi.
[3] Me olvido adrede de de cientos de compañeros de lucha para protegerlos pues el kirchnerismo como un nuevo stalinismo persigue, desde hace unos meses, a los que dice representar: a los peronistas.
[4] Como somos incuestionables, por nuestra integridad, honorabilidad y convicciones profundas auténticamente nacionales y populares, somos para ellos quienes despertamos “su mala conciencia”. Y es por ello que nosotros pasamos de inimicus (adversario interior) a hostis (enemigo externo que hay que destruir).
[5] Siena, Primo: La espada de Perseo, Univ. Gabriela Mistral, Chile, 2007

(*)
      Doctor en filosofía; ensayista.
      Obras: El sentido de América; El Protréptico de Aristóteles; Hispanoamérica contra Occidente;  
                  Ensayos de Disenso; Metapolítica y filosofía; Pensamiento de ruptura; Etc.


lunes, 18 de junio de 2012

Homenaje al Teniente Adolfo C. Coronel Philippeaux


Membrete_Fundación_Dr._Ramón_Carrillo


 
HOMENAJE A LOS NOTABLES 

1956 - 9 de junio - 2012

Tte. Cnel. (R) Don Adolfo César
            Philippeaux

Tte. Cnel. (R) Don Adolfo César Philippeaux

El Teniente Coronel Don Adolfo Cesar Philippeaux nació el 25 de septiembre de 1925 en la Ciudad de La Plata y falleció el 2 de octubre de 2004, en la Ciudad de Mar del Plata. A los 79 años, rodeado por sus familiares y un puñado de amigos, quien fuera como él mismo se definía, un humilde Capitán de Perón y un humilde soldado del pueblo, pasó a la inmortalidad.

El Teniente Coronel Adolfo César Philippeaux fue hijo del Coronel Emmanuel Julio Philippeaux, uno de los oficiales que estuvieron en los momentos fundacionales de Gendarmería Nacional.

Recorrió junto a su padre distintos lugares del país, especialmente en el Chaco, donde aprendió oficios del campo, la montura y el uso de armas de fuego, destreza con la que obtendría distintos y numerosos campeonatos de orden nacional e internacional.

Ingresó a los trece años en el Colegio Militar de la Nación. Egresó en 1945 con el grado de Teniente y las mejores calificaciones. Inmediatamente fue destinado a la custodia del presidente de la Nación Tte. Gral. Dn. Juan Domingo Perón.

Fue Jefe del Destacamento Reforzado de Combate del Regimiento Escolta del Presidente de la Nación, Teniente General Don Juan Domingo Perón.

Garantizó la vida del General Perón cuando los infames bombardeos a Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955.

Fue en La Pampa, el Jefe de la Revolución del 9 de junio de 1956 que encabezó el General Valle. Allí la revolución triunfó sobre la base de la movilización y el armamento del pueblo. Fue la primera vez en la historia moderna argentina en que un levantamiento militar no estuvo dirigido a deponer a las autoridades legítimas sino a restituirlas: objetivo que cumplió íntegramente.


Protagonistas en La Pampa 9
                            de Junio 1956.
En la foto al centro de anteojos ahumados Aquiles José Regazzoli. A su lado, a la derecha, Adolfo Philippeaux; a su lado, el suboficial Nicolás Navarro. En el extremo derecho, parado, Rodolfo de Diego. El tercero de la derecha, arrodillado, Héctor Zoleci.(Fuente: http://luisroldan.blogspot.com.ar/)

Producida la derrota de la Revolución a nivel nacional, Philippeaux debió retirarse. Capturado en San Luis fue condenado a muerte. La intervención de jóvenes oficiales de la Fuerza Aérea que tuvieron la idea de ponerle agua al combustible del avión que lo iba a trasladar, impidió que Capellini (futura cabeza de un intento golpista contra el gobierno constitucional de la Sra. María Estela Martínez de Perón) trasladara al Capitán Philippeaux a Bahía Blanca para su fusilamiento.

Enfrentó a todas las dictaduras desde 1955 hasta 1976 y por ello conoció la tortura, la cárcel, el exilio, el confinamiento.

Integró el Comando Superior Peronista, designado por el Gral. Perón, y ocupó cargos muy importantes y diversos en los ámbitos Nacional y Provinciales entre los que se destacan: la Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno en 1973, oportunidad en que fuera designado por el General Juan Domingo Perón. Fue también Secretario de Turismo y Deporte de la Nación, Secretario de Pesca, Agricultura y Ganadería de la Nación, Director de Hipódromos Nacionales, entre otros cargos.

Por pedido del entonces presidente de la Nación, fue interventor en el Partido Justicialista en Tucumán y luego dirigió la campaña electoral en Misiones en 1975, donde se impuso el Partido Justicialista.

Propuso enfrentar el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Producido el golpe de Estado fue confinado en La Pampa, desde donde, luego de varios años, se instaló en Mar del Plata.

Retomó responsabilidades institucionales y fue Director Nacional de Pesca Marítima. Su último cargo oficial fue el de Director General de Instituciones Penales en Santiago del Estero.

Fue miembro del Consejo Asesor de la revista CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina.

Fundador y primer presidente del Foro Patriótico y Popular.



FUE UN GRAN DEPORTISTA

- Campeón de Esgrima en las Olimpíadas Panamericanas de México 1955.
- Campeón de Esgrima en Alemania 1955.
- Tirador de Primera Categoría a Nivel Nacional e Internacional.
- Pentatlón: ganador de varios campeonatos de la especialidad.
- Campeón de Tiro, Arma de Guerra y Pistola del Ejército Argentino, 1953.
- Medalla de Oro en Tiro con Destreza y Velocidad.
- Corredor de Pista.
- Campeón de Arma de Guerra.
- Campeón y Mejor Tirador y Deportista del Año en 1997 y 1998 designado por el Tiro Federal Argentino en Santiago del Estero.



DOS DISCURSOS PRONUNCIADOS EN SU HOMENAJE18 de noviembre de 2005
 Teatro Roma, Avellaneda, pcia. de Bs. As.


ADOLFO C. PHILIPPEAUX: UN PROTOTIPO DE ARGENTINO 
Por Antonio Pereira
(ex Vicepresidente de la Cámara de Diputados de la Nación, período 1973-1976)



El Teniente Coronel Adolfo Philippeaux fue un cabal representante de su generación. Fue un prototipo de argentino que aprendió a conocer y servir la patria a la que amó con amor cristiano. No buscó esa patria en símbolos o abstracciones como inculcara la escuela sarmientina. La buscó en el centro de su problemática, en el drama que le tocó vivir a nuestra generación. Sobre todo, como dijo Ricardo Rojas de Don Hipólito Irigoyen, la buscó en la carne sufrida de su pueblo. Allí buscó Philippeaux la patria.

Despertó a la política en la eclosión del 17 de octubre de 1945, con solo 20 años, cuando asistió a esa proclamación del pueblo por sus derechos, por la justicia social que lideró el Coronel Perón.

A partir de entonces Philippeaux fue lo que dijo: el Capitán de Perón y el soldado del pueblo.

No deslindaba entre pueblo y movimiento: él consideraba en todo momento que la soberanía nacional y la independencia debía asentarse sobre un pueblo respetado, con justicia social e integrado al centro político de la vida argentina que hasta la llegada de Perón estaba excluido, como hoy están excluidos muchos sectores de la vida nacional.

Philippeaux no solo fue un soldado, sino que también fue un gran deportista y por sobre todas las cosas fue un gran ciudadano. Desde su incorporación al movimiento nacional fue incansable en la lucha por afirmar los principios, por combatir personalmente para que no se hiciera revancha con ese movimiento y no se lo apartara de la vida nacional.

Comandó la Compañía Escolta en el bárbaro bombardeo de junio de 1955 custodiando a su general Perón, bombardeo que fue alentado por dirigencias políticas tradicionales y ejecutado por falsos miembros de las FF.AA., y que costó más de 200 muertes inocentes solamente en Plaza de Mayo.

Un año más tarde, Philippeaux se batía en La Pampa por los mismos principios y por la soberanía nacional y la causa del pueblo. En Santa Rosa, La Pampa, se levantó en armas, armó a la población y pudo imponer la recuperación del movimiento nacional, que lamentablemente no pudo hacerse en otros lugares del país.

Había estallado la revolución de 1955 cuyas consecuencias todavía padecemos, que pretendía retornar a lo que ya Irigoyen había marcado a fuego en 1916. Se recuperó en el país el régimen de 1930 hasta que cayó abatido por la acción del pueblo y  de Perón en aquella jornada de octubre de 1945. Pero en 1955 se quiso retrotraer esa  situación y eso es parte de nuestro drama político, como ocurrió en el ’55 y más tarde. Cada vez que se quiso organizar un movimiento político con sentido nacional y popular, para afirmar el desarrollo nacional que es la base material para la democracia, aparecía un movimiento de esa naturaleza. Ocurrió el más siniestro de los últimos años, el de 1976, con represiones salvajes y como base política para implementar la política económica de Martínez de Hoz que todavía padecemos.

Luego ya no fueron golpes militares, sino que hubo gobiernos civiles que se encargaron de consumar esas atrocidades económicas como son la quiebra de nuestras empresas, la extranjerización de la economía, la exclusión del ciudadano argentino, excluido no ya de la vida política sino de la vida social y de la vida común, con hijos a los que no pueden ni alimentar, hombres sin destino, juventudes, que ya antes de enfrentar la vida, tienen cerrado su futuro.

Eso es lo que Philippeaux, en los últimos años cuando lo conversábamos siempre, no toleraba. Amargamente lo comentaba y él en cuanta tribuna tenía, ya fuera en la tertulia amistosa, en la tribuna política que ejerció hasta sus últimos días, en la revista CUADERNOS, cuyo Consejo Asesor integró y en el Foro Patriótico y Popular, lo denunció sin concesiones, con su lenguaje llano, franco y hasta con didáctica política. No transó con los tránsfugas y los traidores: los marcó y denunció públicamente.

Por eso el amigo Philippeaux, como muchos de nuestros patriotas sufrió cárcel, persecuciones, no dudó en dejar cargos rentados para no implicarse con la corrupción y con la entrega, volviendo al llano a ganarse la vida desde las funciones más modestas.

Para marcarnos incluso la amargura con que venía la decadencia argentina que nos tocó a los hombres de nuestra edad a través de cinco décadas, por lo menos desde 1955, que lo vivimos en carne propia.

Él fue un gran deportista. En 1950 intervino con éxito en distintas disciplina, logrando la Argentina el primer puesto, postergando a EE.UU. al segundo. Recordaba Philippeaux que en las últimas Olimpíadas Panamericanas, terminamos octavos, detrás de pequeñas naciones. Nuestros jóvenes ya no tienen en su conjunto posibilidades para desarrollar sus aptitudes físicas, están marginados de la vida. Solo algunos privilegiados, y en deporte también, son los que tienen accesos a las grandes conquistas.

Nosotros creemos, como lo creía él, que no hay derrotas definitivas. Siempre estamos en la víspera de un nuevo despertar, no bajaremos la guardia como no lo hizo él hasta sus últimos días.

Siempre es posible  un nuevo despertar, en tanto y en cuenta haya calidad en quienes dirigen la opinión y haya unidad en el pueblo para encausar un proceso de liberación como ocurrió en 1945.

Son las generaciones nuevas las que tienen que ver en Philippeaux un maestro de virtudes, de lucha abierta y franca, sin hipocresías, sin transfugueadas como hacen los políticos de ahora. Entonces quizá esa Argentina soñada, esa Argentina que Philippeaux tanto quiso y tanto fue postergada, tal vez sea posible antes de que nos vayamos, verla libre y soberana.

 

LOS HOMBRES COMO PHILIPPEAUX NO SON INMORTALES, SON ETERNOS
Por el Dr. Julio Carlos González
(ex Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación).


Es muy emotivo y de mucha responsabilidad, tener que referirse a una personalidad como fue el Teniente Coronel Philippeaux. Debemos partir de algo que todos los días podemos comprobar todos nosotros y es que en nuestro país hay dos clases de héroes: los que tienen estatua y el soldado desconocido.

De los que son perpetuados por una estatua o el bronce hay que señalar que algunos de ellos ni siquiera han existido, son falsos héroes o héroes inventados. Para los héroes que pretenden entronizar las estatuas y los bronces cabrían aquellas palabras del Martín Fierro: no son todos los que están ni están todos los que son.

En cambio el soldado desconocido —con uniforme de militar o manos de trabajador—, es el héroe de carne y hueso que los pueblos muchas veces olvidan, porque el régimen que nos domina impide que se los recuerde.

El Teniente Coronel Philippeaux fue un argentino de carne y hueso, de alma grande, de espíritu, de convencimiento, de lucha y de lucha dura.

¿Cuál fue el más trascendente de sus actos? Revolución del General Valle en 1956, revolución restauradora del gobierno legalmente designado por el país y que había sido abatido. El Teniente Coronel Philippeaux, en la provincia de La Pampa, realizó un acto sin precedentes en la historia de los golpes militares argentinos: restauró el gobierno designado por el pueblo. Terminado el control militar de La Pampa, volvió a colocar al gobernador elegido por el pueblo, al Superior Tribunal de Justicia que la Legislatura había elegido y volvió a colocar en sus funciones a los intendentes, concejales y legisladores provinciales.

Una revolución restauradora del gobierno del pueblo y para el pueblo, un caso único y sin precedentes en nuestro país, en el que todos fueron golpes de Estado aprobados, desaprobados, sangrientos o tenebrosos como el de 1976.

Philippeaux fue un héroe de carne y hueso, de alma y espíritu, por eso restauró el gobierno del pueblo, para el pueblo y para realizar el bienestar del pueblo.

Este episodio no es común, por eso Philippeaux está condenado por el dominio de la gran prensa imperialista a ser un soldado desconocido para el pueblo.

Los que los conocimos, los que tratamos con él sabemos lo que fue: un soldado desconocido que restauró el Estado de derecho, un acto sin precedentes en la historia argentina.

No lo olviden nuca, por favor, sobre todo los jóvenes.

Hay algo más importante en la vida del Teniente Coronel Philippeaux que, para poder dimensionarlo, debemos partir de esta reflexión filosófica: los hombres, como Philippeaux, no son inmortales, son eternos. Porque cada día que pasa los muertos con convicciones mandan más, porque la voluntad de ellos llega y continúa, y se multiplica de generación en generación, de época en época, para que podamos ser de una vez por todas un Estado Nacional Argentino, definitivo e irreversible.

Por eso, el mejor homenaje que podemos hacerle al Teniente Coronel Philippeaux y a tantos soldados desconocidos, que son también héroes desconocidos, es que continuamos junto a ellos, en cada uno de nuestros actos, y que su voluntad de hacer un Estado Nacional Argentino definitivo e irreversible en esta santa tierra, saqueada desde hace dos siglos, es la voluntad que fue y será de cada uno de nosotros.

Para que cada día que pase los muertos manden más, cumplamos la voluntad de construir una Nación Argentina definitiva e irreversible.

Más información:
 
www.lanuevahuella.com.ar/comisionhomenaje/Ley_ascenso_senado
http://www.hcdn.gov.ar/dependencias/dcomisiones/periodo-124/124-1336.pdf
Fuente:
http://www.lanuevahuella.com.ar/




FUNDACIÓN Dr. RAMÓN CARRILLO
 
Prof. Lic. Teresita Carrillo, presidente.
Prof. María Cristina Carrillo, vicepresidente.
 
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martes, 5 de junio de 2012

Proclama Revolucionaria


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1943 – 4 de Junio -- 2012
 
«[…] para nosotros –y con mucha justicia y gran certeza- Perón es el rostro de Dios en la oscuridad, sobre todo en la oscuridad de este momento que atraviesa la humanidad.
Perón no sólo es esperanza para los argentinos. Perón ya no nos pertenece; Perón es bandera para todos los pueblos con sed de justicia, con sed de reivindicaciones y con sed de igualdad »
Eva Perón, Historia del Peronismo, Clase nº 2
 
 
Muy lejos de ser una simple asonada militar o un simple golpe de Estado, el pronunciamiento militar del 4 de junio de 1943 significa históricamente el inicio o el germen del proceso político, social, económico, cultural y religioso que irrumpió definitivamente el 17 de octubre de 1945 y que ha dividido en dos la historia de nuestra Patria, en un antes y un después. En otras palabras: si el peronismo constituye, en palabras de Eva Perón, “el cristianismo hecho política”, el 9 de junio de 1943 bien puede parangonarse con la natividad o encarnación de lo que después se configuró e instituyó como una doctrina profundamente humanista y profundamente cristiana, que tiene como objetivo final de su accionar la dignificación de los humildes de nuestra Patria y la redención y liberación de la Nación.
El Grupo Obra de Unificación (G.O.U.) que impulsó el proceso revolucionario tenía como objetivo de su organización “unir espiritualmente a todos los jefes y oficiales del Ejército”, para cohesionar a sus cuadros y lograr así “la unidad de acción, base de todo esfuerzo colectivo racional”.
De ninguna manera el G.O.U. era una logia, ni una secta, ni menos una cofradía secreta. Más bien fue un movimiento de unificación de ideas y de sentimientos, basado en la “renuncia a los bienes materiales a las ambiciones personales”, “la grandeza de la Patria y del Ejército” como inspiración permanente, “el sacrificio como ambición y la verdad como lema”, la “renuncia a la vida cómoda”, y la exaltación de “la acción y la lucha como fuentes de eterna vivificación de todo lo humano y lo divino”. En otras palabras, fue un movimiento nacido del idealismo y nutrido con el renunciamiento. En definitiva, se trataba de la conformación de una fuerza colectiva de aglutinación espiritual y de unificación de los soldados de la Patria, con la finalidad última de sostener y fortalecer la grandeza y la dignidad de la Patria.
Como se puede apreciar, animado de estos valores morales y espirituales, el movimiento revolucionario de 1943 no constituyó un golpe militar de palacio y una invasión de las esferas gubernamentales, sino el comienzo de la obra reparadora y dignificadora del pueblo y de la Nación Argentina. Por eso su proclama declara la defensa de los sagrados intereses de la Patria, la abnegación, la unidad y unión de los argentinos, el sostenimiento de las instituciones y las leyes, la soberanía real e integral de la Nación, el bien y la prosperidad de la Patria como principio inspirador de la actuación pública.
En última instancia, el 4 de junio de 1943 constituye la gestación y el nacimiento de la gesta restauradora de la soberanía nacional y popular que tendrá su expresión señera y culminante en la gesta popular del 17 de octubre de 1945.
 
En estos momentos difíciles y dramáticos de nuestra historia, luego de más de tres décadas de deterioro y decadencia política, económica, cultural y espiritual que nos ha puesto al borde de la disolución nacional, rendir homenaje al 4 de junio de 1943 significa en realidad recuperar y recrear el espíritu patriótico, humanista, popular y cristiano que hizo de la Nación Argentina un ejemplo para el mundo. Significa recuperar el sentido trascendente y dignificador de una auténtica gesta revolucionaria, que hoy los argentinos de bien estamos llamados a actualizar y continuar. En definitiva, significa volver a encarar el espíritu revolucionario del Coronel Perón y de sus compañeros de armas y hacernos cargo del destino y la felicidad de nuestros compatriotas y hermanos, teniendo siempre presente en cada momento de nuestra vida que nuestro objetivo último no es ganar elecciones ni buscar soluciones para los dirigentes, sino vivir al servicio de una causa que es la razón de nuestra existencia.
 
Proclama revolucionaria
La revolución del 4 de junio de 1943

Al Pueblo de la República Argentina:
Las Fuerzas Armadas de la Nación, fieles y celosas guardianas del honor y tradiciones de la Patria como así mismo del bienestar, los derechos y libertades del pueblo argentino, han venido observando silenciosa pero muy atentamente las actividades y el desempeño de las autoridades superiores de la nación.
Ha sido ingrata y dolorosa la comprobación. Se han defraudado las esperanzas de los argentinos, adoptando como sistema la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción. Se ha llevado al pueblo al escepticismo y a la postración moral, desvinculándose de la cosa pública, explotada en beneficio de siniestros personajes movidos por la más vil de las pasiones.
Dichas fuerzas, conscientes de la responsabilidad que asumen ante la historia y ante su  pueblo -cuyo clamor ha llegado hasta los cuarteles- deciden  cumplir con el deber de esta hora: que les impone salir en defensa de los sagrados intereses de la Patria.
La defensa de tales intereses impondrá la abnegación de muchos, porque no hay gloria sin sacrificio.
Propugnamos la honradez administrativa, la unión de todos los argentinos, el castigo de los culpables y la restitución al Estado de todos los bienes mal habidos.
Sostenemos nuestras instituciones y nuestras leyes, persuadidos de que no son ellas, sino los hombres quienes han delinquido en su aplicación.
Anhelamos firmemente la unidad del pueblo argentino, porque el Ejército de la Patria, que es el pueblo mismo, luchará por la solución de sus problemas y la restitución de derechos y garantías conculcadas.
Lucharemos por mantener una real e integral soberanía de la Nación; por cumplir firmemente el mandato imperativo de su tradición histórica; por hacer efectiva una absoluta, verdadera y leal unión y colaboración americana y cumplimiento de los pactos y compromisos internacionales.
 
Declaramos que cada uno de los militares, llevados por las circunstancias a la función pública,  se compromete bajo su honor:
A trabajar honrada e incansablemente en defensa del honor del bienestar, de la libertad, de los derechos y de los intereses de los argentinos.
A renunciar a todo pago o emolumento que no sea el que por su jerarquía o grado le corresponde en el ejército.
A ser inflexibles en el desempeño de la función pública, asegurando la equidad y la justicia de los procedimientos.
A reprimir de la manera más enérgica, entregando a la justicia, no sólo al que cometa un acto doloso en perjuicio del Estado, sino también a todo el que, directa o indirectamente, se preste a ello”.
A aceptar la carga pública con desinterés y obrar en ella sólo inspirados en el bien y la prosperidad de la Patria.
 

Se UNEN las BASES del PERONISMO


"No esperemos recompensa de nuestra fatiga y desvelos,
y sí solo enemigos. Cuando no existamos, nos harán justicia".
                                (José de San Martín).
''No hay nuevos rótulos que califiquen nuestra doctrina y nuestra ideología somos lo que las 20 verdades peronistas dicen no es gritando la vida por Perón como se hace patria si no defendiendoel credo por el cual luchamos''.
Juan Domingo Perón
 
M.U.N.I.
"Mi Único Heredero es el Pueblo Argentino"... J.D.P.
Movimiento Unidad Nacional
Independencia
 Informa:

Como para tener en cuenta .‏

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Como el  Ave Fénix, el Peronismo renace de sus cenizas desde  las BASES DEL PERONISMO  y en la Provincia de Buenos Aires unas ves mas, decimos basta a los Liberales infiltrados de Izquierda  o de Derecha, como los Menemistas, Duhaldistas, Kirchneristas , Cristinistas y tantos otros que en representación de la CORPORACION MAFIOSA de POLITICOS CORRUPTOS se adueñaron del Partido Justicialista, para someter al Pueblo y la Nación Argentina a los intereses de los MERCADERES del DINERO..
Nuestro conductor y Líder el Tte.Gral. Juan D. Perón no se fue de este mundo y dejo todo librado al Azar, todo lo contrario, sabiendo lo que nos iba ocurrir dejo directivas precisas a su fiel y leal discípulo el Coronel Vicente Damasco,  de como se tenia que actuar, muchos años han pasado y ya no contamos con ninguno de los dos, pero las instrucciones, la mística y la doctrina del peronismo, como una semilla bien fuerte fue creciendo y prendiendo,  haciendo desarrollar  sus raíces de tal forma, que  hoy el árbol tiene una dimensión, que ninguno de estos CIPAYOS TRAIDORES a la PATRIA  como los nombrados, han  podido destruir  y muy pronto la columna vertebral  del Peronismo los Trabajadores, separaran la paja del trigo y los Dirigentes de la  CGT definitivamente sabrán darse cuenta que los ARGENTINOS y PERONISTAS no aceptamos a los CIPAYOS  Y TRAIDORES.
Por tal circunstancia queremos citar una Frase que ha quedado grabada en la mente de todos los que somos argentinos y peronistas:
 «Cuando yo caiga en esa lucha en que voluntariamente me enrolo, estoy seguro que otro hombre más joven y mejor dotado tomará de mis manos la bandera y la llevará al triunfo. Para un soldado, nada hay más grato que quemarse en la llama épica y sagrada para alumbrar el camino de la victoria» (Juan Domingo Perón, 2 de diciembre de 1943)
Hoy no es un hombre joven el que levanta la bandera, sino miles o porque no decir millones de jóvenes  hombres y mujeres  que levantan esa BANDERA, de LA SOBERANIA POLITICA, LA INDEPENDENCIA  ECONOMICA y LA JUSTICIA SOCIAL.
Por tal situación,  desde el MOVIMIENTO UNIDAD NACIONAL INDEPENDENCIA,  le damos la bienvenida a los compañeros que integran el MOVIMIENTO PRIMERO LA PATRIA , los felicitamos y adherimos a su DOCUMENTO FUNDACIONAL, donde  claramente se expresa los postulados doctrinarios que nos dejara el Tte. Gral. Juan D. Perón, motivo por lo cual junto con otros organismos y movimientos  a nivel Nacional  estamos trabajando para conseguir  la UNIAD NACIONAL  y lograr la INDEPENDENCIA  que todavía no tenemos.
 Es decir, El  AVE FENIX DEL PERONISMO dice BASTA de usar la FOTO de PERON y EVITApara ganar elecciones y después poner en marcha sistemas marxistas o liberales que no solo, no representan al Pueblo Argentino, sino que  nos sumen en la mayor esclavitud, decadencia  y dependencia.
Que Dios fuente de toda razón y justicia, nos ayude a conseguir la UNIDAD NACIONAL, en beneficio del Pueblo y la Nación Argentina.
M.        U.         N.          I.
Carlos A. Díaz Busti
Presidente