lunes, 18 de junio de 2012

Homenaje al Teniente Adolfo C. Coronel Philippeaux


Membrete_Fundación_Dr._Ramón_Carrillo


 
HOMENAJE A LOS NOTABLES 

1956 - 9 de junio - 2012

Tte. Cnel. (R) Don Adolfo César
            Philippeaux

Tte. Cnel. (R) Don Adolfo César Philippeaux

El Teniente Coronel Don Adolfo Cesar Philippeaux nació el 25 de septiembre de 1925 en la Ciudad de La Plata y falleció el 2 de octubre de 2004, en la Ciudad de Mar del Plata. A los 79 años, rodeado por sus familiares y un puñado de amigos, quien fuera como él mismo se definía, un humilde Capitán de Perón y un humilde soldado del pueblo, pasó a la inmortalidad.

El Teniente Coronel Adolfo César Philippeaux fue hijo del Coronel Emmanuel Julio Philippeaux, uno de los oficiales que estuvieron en los momentos fundacionales de Gendarmería Nacional.

Recorrió junto a su padre distintos lugares del país, especialmente en el Chaco, donde aprendió oficios del campo, la montura y el uso de armas de fuego, destreza con la que obtendría distintos y numerosos campeonatos de orden nacional e internacional.

Ingresó a los trece años en el Colegio Militar de la Nación. Egresó en 1945 con el grado de Teniente y las mejores calificaciones. Inmediatamente fue destinado a la custodia del presidente de la Nación Tte. Gral. Dn. Juan Domingo Perón.

Fue Jefe del Destacamento Reforzado de Combate del Regimiento Escolta del Presidente de la Nación, Teniente General Don Juan Domingo Perón.

Garantizó la vida del General Perón cuando los infames bombardeos a Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955.

Fue en La Pampa, el Jefe de la Revolución del 9 de junio de 1956 que encabezó el General Valle. Allí la revolución triunfó sobre la base de la movilización y el armamento del pueblo. Fue la primera vez en la historia moderna argentina en que un levantamiento militar no estuvo dirigido a deponer a las autoridades legítimas sino a restituirlas: objetivo que cumplió íntegramente.


Protagonistas en La Pampa 9
                            de Junio 1956.
En la foto al centro de anteojos ahumados Aquiles José Regazzoli. A su lado, a la derecha, Adolfo Philippeaux; a su lado, el suboficial Nicolás Navarro. En el extremo derecho, parado, Rodolfo de Diego. El tercero de la derecha, arrodillado, Héctor Zoleci.(Fuente: http://luisroldan.blogspot.com.ar/)

Producida la derrota de la Revolución a nivel nacional, Philippeaux debió retirarse. Capturado en San Luis fue condenado a muerte. La intervención de jóvenes oficiales de la Fuerza Aérea que tuvieron la idea de ponerle agua al combustible del avión que lo iba a trasladar, impidió que Capellini (futura cabeza de un intento golpista contra el gobierno constitucional de la Sra. María Estela Martínez de Perón) trasladara al Capitán Philippeaux a Bahía Blanca para su fusilamiento.

Enfrentó a todas las dictaduras desde 1955 hasta 1976 y por ello conoció la tortura, la cárcel, el exilio, el confinamiento.

Integró el Comando Superior Peronista, designado por el Gral. Perón, y ocupó cargos muy importantes y diversos en los ámbitos Nacional y Provinciales entre los que se destacan: la Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno en 1973, oportunidad en que fuera designado por el General Juan Domingo Perón. Fue también Secretario de Turismo y Deporte de la Nación, Secretario de Pesca, Agricultura y Ganadería de la Nación, Director de Hipódromos Nacionales, entre otros cargos.

Por pedido del entonces presidente de la Nación, fue interventor en el Partido Justicialista en Tucumán y luego dirigió la campaña electoral en Misiones en 1975, donde se impuso el Partido Justicialista.

Propuso enfrentar el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Producido el golpe de Estado fue confinado en La Pampa, desde donde, luego de varios años, se instaló en Mar del Plata.

Retomó responsabilidades institucionales y fue Director Nacional de Pesca Marítima. Su último cargo oficial fue el de Director General de Instituciones Penales en Santiago del Estero.

Fue miembro del Consejo Asesor de la revista CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina.

Fundador y primer presidente del Foro Patriótico y Popular.



FUE UN GRAN DEPORTISTA

- Campeón de Esgrima en las Olimpíadas Panamericanas de México 1955.
- Campeón de Esgrima en Alemania 1955.
- Tirador de Primera Categoría a Nivel Nacional e Internacional.
- Pentatlón: ganador de varios campeonatos de la especialidad.
- Campeón de Tiro, Arma de Guerra y Pistola del Ejército Argentino, 1953.
- Medalla de Oro en Tiro con Destreza y Velocidad.
- Corredor de Pista.
- Campeón de Arma de Guerra.
- Campeón y Mejor Tirador y Deportista del Año en 1997 y 1998 designado por el Tiro Federal Argentino en Santiago del Estero.



DOS DISCURSOS PRONUNCIADOS EN SU HOMENAJE18 de noviembre de 2005
 Teatro Roma, Avellaneda, pcia. de Bs. As.


ADOLFO C. PHILIPPEAUX: UN PROTOTIPO DE ARGENTINO 
Por Antonio Pereira
(ex Vicepresidente de la Cámara de Diputados de la Nación, período 1973-1976)



El Teniente Coronel Adolfo Philippeaux fue un cabal representante de su generación. Fue un prototipo de argentino que aprendió a conocer y servir la patria a la que amó con amor cristiano. No buscó esa patria en símbolos o abstracciones como inculcara la escuela sarmientina. La buscó en el centro de su problemática, en el drama que le tocó vivir a nuestra generación. Sobre todo, como dijo Ricardo Rojas de Don Hipólito Irigoyen, la buscó en la carne sufrida de su pueblo. Allí buscó Philippeaux la patria.

Despertó a la política en la eclosión del 17 de octubre de 1945, con solo 20 años, cuando asistió a esa proclamación del pueblo por sus derechos, por la justicia social que lideró el Coronel Perón.

A partir de entonces Philippeaux fue lo que dijo: el Capitán de Perón y el soldado del pueblo.

No deslindaba entre pueblo y movimiento: él consideraba en todo momento que la soberanía nacional y la independencia debía asentarse sobre un pueblo respetado, con justicia social e integrado al centro político de la vida argentina que hasta la llegada de Perón estaba excluido, como hoy están excluidos muchos sectores de la vida nacional.

Philippeaux no solo fue un soldado, sino que también fue un gran deportista y por sobre todas las cosas fue un gran ciudadano. Desde su incorporación al movimiento nacional fue incansable en la lucha por afirmar los principios, por combatir personalmente para que no se hiciera revancha con ese movimiento y no se lo apartara de la vida nacional.

Comandó la Compañía Escolta en el bárbaro bombardeo de junio de 1955 custodiando a su general Perón, bombardeo que fue alentado por dirigencias políticas tradicionales y ejecutado por falsos miembros de las FF.AA., y que costó más de 200 muertes inocentes solamente en Plaza de Mayo.

Un año más tarde, Philippeaux se batía en La Pampa por los mismos principios y por la soberanía nacional y la causa del pueblo. En Santa Rosa, La Pampa, se levantó en armas, armó a la población y pudo imponer la recuperación del movimiento nacional, que lamentablemente no pudo hacerse en otros lugares del país.

Había estallado la revolución de 1955 cuyas consecuencias todavía padecemos, que pretendía retornar a lo que ya Irigoyen había marcado a fuego en 1916. Se recuperó en el país el régimen de 1930 hasta que cayó abatido por la acción del pueblo y  de Perón en aquella jornada de octubre de 1945. Pero en 1955 se quiso retrotraer esa  situación y eso es parte de nuestro drama político, como ocurrió en el ’55 y más tarde. Cada vez que se quiso organizar un movimiento político con sentido nacional y popular, para afirmar el desarrollo nacional que es la base material para la democracia, aparecía un movimiento de esa naturaleza. Ocurrió el más siniestro de los últimos años, el de 1976, con represiones salvajes y como base política para implementar la política económica de Martínez de Hoz que todavía padecemos.

Luego ya no fueron golpes militares, sino que hubo gobiernos civiles que se encargaron de consumar esas atrocidades económicas como son la quiebra de nuestras empresas, la extranjerización de la economía, la exclusión del ciudadano argentino, excluido no ya de la vida política sino de la vida social y de la vida común, con hijos a los que no pueden ni alimentar, hombres sin destino, juventudes, que ya antes de enfrentar la vida, tienen cerrado su futuro.

Eso es lo que Philippeaux, en los últimos años cuando lo conversábamos siempre, no toleraba. Amargamente lo comentaba y él en cuanta tribuna tenía, ya fuera en la tertulia amistosa, en la tribuna política que ejerció hasta sus últimos días, en la revista CUADERNOS, cuyo Consejo Asesor integró y en el Foro Patriótico y Popular, lo denunció sin concesiones, con su lenguaje llano, franco y hasta con didáctica política. No transó con los tránsfugas y los traidores: los marcó y denunció públicamente.

Por eso el amigo Philippeaux, como muchos de nuestros patriotas sufrió cárcel, persecuciones, no dudó en dejar cargos rentados para no implicarse con la corrupción y con la entrega, volviendo al llano a ganarse la vida desde las funciones más modestas.

Para marcarnos incluso la amargura con que venía la decadencia argentina que nos tocó a los hombres de nuestra edad a través de cinco décadas, por lo menos desde 1955, que lo vivimos en carne propia.

Él fue un gran deportista. En 1950 intervino con éxito en distintas disciplina, logrando la Argentina el primer puesto, postergando a EE.UU. al segundo. Recordaba Philippeaux que en las últimas Olimpíadas Panamericanas, terminamos octavos, detrás de pequeñas naciones. Nuestros jóvenes ya no tienen en su conjunto posibilidades para desarrollar sus aptitudes físicas, están marginados de la vida. Solo algunos privilegiados, y en deporte también, son los que tienen accesos a las grandes conquistas.

Nosotros creemos, como lo creía él, que no hay derrotas definitivas. Siempre estamos en la víspera de un nuevo despertar, no bajaremos la guardia como no lo hizo él hasta sus últimos días.

Siempre es posible  un nuevo despertar, en tanto y en cuenta haya calidad en quienes dirigen la opinión y haya unidad en el pueblo para encausar un proceso de liberación como ocurrió en 1945.

Son las generaciones nuevas las que tienen que ver en Philippeaux un maestro de virtudes, de lucha abierta y franca, sin hipocresías, sin transfugueadas como hacen los políticos de ahora. Entonces quizá esa Argentina soñada, esa Argentina que Philippeaux tanto quiso y tanto fue postergada, tal vez sea posible antes de que nos vayamos, verla libre y soberana.

 

LOS HOMBRES COMO PHILIPPEAUX NO SON INMORTALES, SON ETERNOS
Por el Dr. Julio Carlos González
(ex Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación).


Es muy emotivo y de mucha responsabilidad, tener que referirse a una personalidad como fue el Teniente Coronel Philippeaux. Debemos partir de algo que todos los días podemos comprobar todos nosotros y es que en nuestro país hay dos clases de héroes: los que tienen estatua y el soldado desconocido.

De los que son perpetuados por una estatua o el bronce hay que señalar que algunos de ellos ni siquiera han existido, son falsos héroes o héroes inventados. Para los héroes que pretenden entronizar las estatuas y los bronces cabrían aquellas palabras del Martín Fierro: no son todos los que están ni están todos los que son.

En cambio el soldado desconocido —con uniforme de militar o manos de trabajador—, es el héroe de carne y hueso que los pueblos muchas veces olvidan, porque el régimen que nos domina impide que se los recuerde.

El Teniente Coronel Philippeaux fue un argentino de carne y hueso, de alma grande, de espíritu, de convencimiento, de lucha y de lucha dura.

¿Cuál fue el más trascendente de sus actos? Revolución del General Valle en 1956, revolución restauradora del gobierno legalmente designado por el país y que había sido abatido. El Teniente Coronel Philippeaux, en la provincia de La Pampa, realizó un acto sin precedentes en la historia de los golpes militares argentinos: restauró el gobierno designado por el pueblo. Terminado el control militar de La Pampa, volvió a colocar al gobernador elegido por el pueblo, al Superior Tribunal de Justicia que la Legislatura había elegido y volvió a colocar en sus funciones a los intendentes, concejales y legisladores provinciales.

Una revolución restauradora del gobierno del pueblo y para el pueblo, un caso único y sin precedentes en nuestro país, en el que todos fueron golpes de Estado aprobados, desaprobados, sangrientos o tenebrosos como el de 1976.

Philippeaux fue un héroe de carne y hueso, de alma y espíritu, por eso restauró el gobierno del pueblo, para el pueblo y para realizar el bienestar del pueblo.

Este episodio no es común, por eso Philippeaux está condenado por el dominio de la gran prensa imperialista a ser un soldado desconocido para el pueblo.

Los que los conocimos, los que tratamos con él sabemos lo que fue: un soldado desconocido que restauró el Estado de derecho, un acto sin precedentes en la historia argentina.

No lo olviden nuca, por favor, sobre todo los jóvenes.

Hay algo más importante en la vida del Teniente Coronel Philippeaux que, para poder dimensionarlo, debemos partir de esta reflexión filosófica: los hombres, como Philippeaux, no son inmortales, son eternos. Porque cada día que pasa los muertos con convicciones mandan más, porque la voluntad de ellos llega y continúa, y se multiplica de generación en generación, de época en época, para que podamos ser de una vez por todas un Estado Nacional Argentino, definitivo e irreversible.

Por eso, el mejor homenaje que podemos hacerle al Teniente Coronel Philippeaux y a tantos soldados desconocidos, que son también héroes desconocidos, es que continuamos junto a ellos, en cada uno de nuestros actos, y que su voluntad de hacer un Estado Nacional Argentino definitivo e irreversible en esta santa tierra, saqueada desde hace dos siglos, es la voluntad que fue y será de cada uno de nosotros.

Para que cada día que pase los muertos manden más, cumplamos la voluntad de construir una Nación Argentina definitiva e irreversible.

Más información:
 
www.lanuevahuella.com.ar/comisionhomenaje/Ley_ascenso_senado
http://www.hcdn.gov.ar/dependencias/dcomisiones/periodo-124/124-1336.pdf
Fuente:
http://www.lanuevahuella.com.ar/




FUNDACIÓN Dr. RAMÓN CARRILLO
 
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