jueves, 19 de octubre de 2017

17 de octubre: queremos rescatar el legado de Perón

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17 de octubre: queremos rescatar el legado de Perón
 
Este 17 de octubre se cumple un nuevo aniversario del acontecimiento que hace 72 años marcó un antes y un después de la historia argentina, con la mayoría del pueblo argentino movilizado para rescatar al entonces coronel Juan Domingo Perón de su injusta detención sin causa, iniciándose así una de las páginas más brillantes, o quizás la más brillante, de nuestra historia patria.  

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En sus clases sobre Historia del Peronismo, Eva Perón dijo dos frases que tienen una vigencia indiscutible. Por un lado, dijo que todos los que quisieran explicar el Peronismo, y en especial esta épica fecha, iban a intentar hacerlo de todas las formas posibles, pero que nadie –ni partidarios ni detractores- iban a poder explicar el fundamento último que justifica su vigencia perenne: el amor de Perónpor el pueblo y el amor del pueblo por Perón.

Que esto es verdad lo prueba el hecho que hoy en día son los antiperonistas y los no-peronistas, nacionales y extranjeros, quienes estudian y analizan este período de nuestra historia, tratando de explicarlo de una y mil maneras posibles, incluso en ámbitos académicos de nivel mundial. Hoy hubo periodistas y comunicadores sociales que se lamentaban que se siga hablando de Perón y del peronismo después de 72 años… pero ellos mismos siguieron hablando del “tema en cuestión” a lo largo de varias horas. Si los verdaderos peronistas estamos convencidos que PERÓN VIVEesto mismo lo prueban los adversarios, los enemigos y los intelectuales honrados apartidarios, ya que no pueden ignorarlo ni dejar de ocuparse de él. En el fondo saben que si quieren “cambiar la Argentina” no es suficiente gobernar “sin hacer política tradicional”, con marketing, comunicación hiper-tecnologizada y espasmos budistas-zen; saben que Perón y su legado siguen vigentes.

Pero si Perón sigue vigente, ¿por qué el “peronismo” vive acumulando derrotas a manos de aprendices de la política? La explicación bien se puede encontrar en otra frase de Eva Perón en sus clases, cuando dijo y predijo que el 17 de octubre significaba históricamente la victoria política definitiva del pueblo sobre la oligarquía, y que nunca más ésta última iba a derrotar al pueblo, ya que lo único que podía derrotarlo era que el espíritu oligarca se adueñara de su alma y su corazón, sobre todo de los dirigentes que tienen la obligación y la misión de organizar y cooperar en la conducción del pueblo y sus organizaciones.

Perón ofreció al pueblo argentino un país en serio, pero después de su muerte gran parte de la dirigencia “peronista” se ocupó de hacer de la Argentina un kiosco, degradándola económica, social y culturalmente al punto de convertirla en una caricatura, más semejante a un tugurio que a una comunidad humana.

Gran parte de esa dirigencia se olvidó que “una organización política no vale por la cantidad de sus miembros ni por los votos que cosecha”, sino por “la calidad de los dirigentes que la encuadran y conducen”. Se olvidó que la política es, en esencia, una carga pública que se asume para hacer posible que un pueblo sea feliz, no una guerra para ocupar cargos para toda la eternidad. Gran parte de esa dirigencia convirtió a la militancia política generosa y desinteresada en una vergonzosa profesión comercial; rebajó la organización política a clientelismo de prebendas y desplazó la formación doctrinal por la obsecuencia servil, el látigo y la chequera. En muchos casos, esa dirigencia olvidó que eran soldados de una Causa y se autoproclamó “conducción”; de militante mutó a millonaria. Por eso no extrañó que hace dos años, por primera vez en la historia, el poder económico que administra y gerencia la Argentina en nombre del imperialismo internacional del dinero pudiera llegar al gobierno a través de elecciones, derrotando a un gobierno “popular” lleno de estos personajes degradados, ante quienes gran parte de la dirigencia argentina sólo supo guardar un silencio cómplice y muchas veces cobarde.

Es que el espíritu oligarca se había adueñado de la dirigencia “nac&pop, “superadora de Perón”. En su soberbia, creyó que “eran el mejor gobierno de la historia argentina”, encubriendo y ocultando que en su juventud algunos de ellos se levantaron en armas contra los gobiernos constitucionales de Juan Perón y María Estela Martínez, para luego en su “madurez” convertirse en empleados de falsas ONGs subsidiadas por embajadas extranjeras y fundaciones privadas imperialistas.  

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Para desterrar el espíritu oligarca de nuestra alma y de nuestro espíritu, es preciso conmemorar el 17 de octubre, no sólofestejando la gloria de esa jornada pasada, sino también reviviendo el martirio de Darwin Passaponti, ultimado por el odio irracional y fraticida, cuya sangre se ha constituido en alianza, garantía y rúbrica de la unidad del pueblo con Perón. Conmemorar el 17 de octubre es impregnarse de esa sangre derramada injustamente, para no olvidar nunca que el peronismo es en esencia servicio al pueblo y ofrenda de la propia vida, no una franquicia para hacer negocios.

Conmemorar el 17 de octubre es sumergirse en ese origen glorioso y martirial, para recoger el legado inmortal e imperecedero de Perón. Es impregnarse del pasado para reforzar en el presente el compromiso de forjar para el futuro el renacimiento de una nueva Argentina. Es ir al rescate y al encuentro de Perón, para sacarlo de la prisión histórica a que ha sido arrojado y volver a levantar las sagradas banderas que honró con su vida ejemplar al servicio del Pueblo todo y hacer de la Argentina nuestro hogar.
           
                   José Arturo Quarracino                                         Juan Carlos Vacarezza
                            Sub-coordinador general                                      Coordinador general 

lunes, 9 de octubre de 2017

¿QUÉ ES EL PERONISMO? DE PREDICADORES A MERCADERES


¿QUÉ ES EL PERONISMO? DE PREDICADORES A MERCADERES


En estos días de agitación electoral, sobre la base de las marchas y contramarchas de los armados políticos y de las alianzas y trenzas electorales que se entretejen en función -muchas veces- de ambiciones y apetitos personales, etc., junto con la perspectiva planteada por algunos dirigentes del rearmado post-electoral del dispositivo político que se define como “justicialista”, vuelve a plantearse la pregunta “¿Qué es en definitiva el Peronismo?”.
En sus recordadas, pero muy poco meditadas, clases dictadas en 1951 en la Escuela Superior Peronista sobre Historia del Peronismo, Eva Perón ha dado una definición precisa y profunda del movimiento encarado y encarado por Juan Domingo Perón en la segunda mitad del siglo XX y hasta hoy vigente, a pesar de los problemas y deformaciones que arrastra. Esta definición es la que mejor explica qué es en esencia el Justicialismo y explica también por qué sigue siendo una presencia ineludible en la vida política nacional, a pesar de los adversarios que pretenden su extinción y a pesar de las defecciones de muchos de sus autoproclamados dirigentes.

En esas clases Eva Perón ha dicho magistralmente que lo único que permite entender la relación histórica que se planteó entre el líder del Justicialismo y el pueblo ha sido el vínculo de amor que unió indestructiblemente a ambos, más allá del lapso temporal e histórico en que vivieron.
El cristianismo constituye una de las notas esenciales del Justicialismo como doctrina política y filosófica. Esa esencia cristiana es la que nos permite afirmar que en tanto vínculo de amor del Pueblo y Perón, ese sentimiento se ha visto confirmado y rubricado en los que quizás sean los dos más grandes momentos de la historia justicialista: el 17 de octubre de 1945 y el 25 de setiembre de 1973.
El 17 de octubre de 1945 constituye la fecha en la que se encarnó y materializó el Justicialismo como movimiento político llamado a liberar e independizar históricamente a la Argentina, sometida por las garras siniestras del imperialismo internacional del dinero. Esa inolvidable jornada terminó con el asesinato de un joven militante rosarino, Darwin Passaponti, muerto por haber ido a festejar ese día en la Plaza de Mayo. Vista con la mirada de la fe, esa sangre joven derramada injustamente ha sido utilizada seguramente por la Providencia para sellar para toda la eternidad esa alianza de amor entre Perón y el Pueblo, lo cual permite explicar por qué el Justicialismo ha podido nacer una y otra vez y tener una vitalidad inagotable, a pesar de los golpes de Estado, de las proscripciones y persecuciones a que se vio sometido.
El 25 de setiembre de 1973 es la fecha en la que la Providencia rubricó la alianza entre Perón y el Pueblo con la sangre de la lealtad derramada injustamente a través del asesinato de José Ignacio Ruccialianza reafirmada dos días antes con el 63% de los votos del padrón, en las elecciones en que el líder del Justicialismo fue elegido presidente por tercera vez.
La sangre impregnada de juventud de Darwin Passaponti y la sangre impregnada de lealtad de José Ignacio Rucci han rubricado para siempre la alianza de amor entre Perón y el Pueblo tan magníficamente expresada por Eva Perón en sus clases. En su esencia más profunda, la gloria del Justicialismo está asentada e impregnada de la sangre generosamente ofrendada por sus mejores y más abnegados miembros.   

Pero también en otros muchos momentos de su historia el Justicialismo ha visto cómo la sangre de muchos de sus miembros ha sido derramada injustamente, a causa del odio visceral desplegado contra la obra revolucionaria llevada a cabo por Perón.
Ejemplo de esa ofrenda de sangre inocente han sido las víctimas civiles de los bombardeos del 16 de junio de 1955, los fusilados del 9-12 de junio de 1956, el desaparecido Felipe Vallese, los miles de caídos de la Resistencia Peronista, los asesinados y desaparecidos en los 18 años de proscripción del Justicialismo, los asesinados durante el tercer gobierno democrático de Juan Perón-Isabel Perón, los asesinados y desaparecidos durante 1976-1983. A pesar de la deformación histórica y mediática que se pretende llevar a cabo, en su gran mayoría esa sangre derramada ha sido aportada por hijos y miembros del Movimiento Nacional Justicialista, sin que ello nos haga desconocer el aporte martirial honesto y patriótico hecho por miembros de otras expresiones políticas, hijos de esta bendita Argentina pero sin vínculos ni dependencias ideológicas-crematísticas con poderes imperialistas extranjeros.
Tanto la sangre de las alianzas mencionadas como la aportada por militantes ejemplares de nuestra historia nacional constituyen la garantía de la perennidad de los anhelos liberadores de nuestro pueblo y de quienes han sabido levantar sus banderas de independencia y de justicia social. Es que esa sangre tan generosa, patriótica y valientemente ofrendada por amor a la Patria es la fuente de la que se han nutrido los justicialistas para mantener firme e inquebrantable el Movimiento Nacional que los encarna, a pesar de los intentos de exterminio y de las maniobras de entrismo –por izquierda y por derecha- y de domesticación sufridos a lo largo de su historia.
Es esa sangre derramada la que reclamada ser respetada en su ofrenda incondicional, frente a la degradación de la labor política llevada a cabo en estas últimas décadas, convirtiendo a la militancia generosa en una profesión rentada; frente al abandono de la formación doctrinal y de la desaparición de las unidades básicas barriales, convirtiendo al movimiento político en una franquicia para hacer negocios personales; frente al abandono de los valores y méritos en la función pública, para recurrir al amiguismo y a la mediocridad como “políticas de gestión”; frente a las roscas de cúpulas, para dar lugar a la postergación y a las traiciones arteras en perjuicio de los propios militantes probos y honestos; frente al abandono de los valores raigales y de las banderas históricas de la liberación nacional, para claudicar y postrarse a los designios inconfensables de los poderosos del mundo que han vuelto a hacer de nuestro país una nueva colonia de las finanzas internacionales; frente a quienes pretenden ser los “reconstructores” y “renovadores” del Justicialismo, pese a ser sido los responsables o causantes de la descomposición moral de y material de sus órganos partidarios; frente a los que se han creído superiores a Perón y a Eva, y se inventaron una revolución “nac&pop” que sólo ha existido en su imaginación, generosamente regada con riquezas que son imposibles de explicar desde la función pública.

En lo más profundo de los corazones y de las mentes de los auténticos militantes existe el anhelo de ser absolutamente respetuosos de la sangre derramada por tantos argentinos que han vestido de gloria al Justicialismo. Perón ha enseñado que la buena acción política no consiste en marcar con el dedo a nadie, sí de exigir grandeza, honestidad y franqueza para mejor servir al Pueblo y a su Causa. Es por eso que se debe forjar el renacimiento del Movimiento Nacional, mediante formas de predicación nuevas en su ardor, en sus métodos y en sus formas de expresión. Con un espíritu nuevo y joven, tanto en edad como en convicciones, el Movimiento Nacional debe renacer, más que ser reconstruido o renovado, porque la descomposición y degradación que lo afecta constituye una metástasis que hace imposible pensar en su continuación.
Sin pretender ofender a nadie, muchos de los que pretenden restaurar, recuperar o renovar al Justicialismo deberían tener la humildad de reconocer la responsabilidad, involuntaria o no, que han tenido en el retroceso histórico sufrido, pedir perdón y dar paso a las nuevas generaciones que puedan tomar en alto las banderas de la Nación y llevarlas al triunfo, bajo la guía inmortal de Juan Perón y de todos los Padres de la Patria que lo han precedido en su obra nacional revolucionaria.


José A. Quarracino                                                      Juan Carlos Vacarezza
Secretario Político                                                              Secretario General

Movimiento “Primero la Patria”

[Publicado en Política del Sur, 3 de octubre de 2017, Año 12 No. 554]