8 de Marzo de 2012
DÍA INTERNACIONAL de
la MUJER
Nunca habrá palabras suficientes para describir y
ensalzar el aporte que la mujer hace a la humanidad, con el generoso aporte
vida, trabajo, abnegación, desprendimiento, afecto y amor con el que impregna todos
los días de la existencia de la familia, de la comunidad y de la Patria.
En este particular momento histórico, en el que los
enemigos de la raza humana y los explotadores de toda laya pretenden convertir
a la mujer en un producto de mercería, en un objeto de consumo vulgar y en
asesina de sus hijos, nada mejor que rendirle homenaje a las mujeres de nuestra
querida Argentina y del mundo entero que revivir las palabras de quien ha sido
en nuestra historia nacional uno de los mejores ejemplos y modelos de vida
femenina, que en los albores de su juventud sacrificó su vida para forjar la
dignificación y elevación espiritual y material de las personas más humildes y
sufridas de nuestra Patria.
El amor nunca muere, porque es eterno. Rogamos para
que el espíritu imperecedero de la “Dama de la Esperanza” impregne a las
mujeres de todo el orbe, para que su obra de amor y misericordia se irradie
allí donde haya una necesidad humana insatisfecha y vista de amor, alegría y
gloria la vida de quienes están bajo su amparo.
«Mensaje a las
Mujeres»
(19 de febrero de
1947)
«[…] Al ejercicio del derecho de sufragio y al
honor de contribuir al gobierno del país, las mujeres debemos corresponder
consagrándonos intensamente a elevar los resortes morales de la conciencia nacional,
para que aparezca adornada con las mejores galas y los mejores efluvios de la
sensibilidad femenina. En el corazón de los hombres gravitan perdurablemente
las emociones y los sentimientos de la mujer. Madre, hermana, novia y esposa,
dejan en las determinaciones de los hombres el sello indeleble de su paso por
la vida, y si queremos un mundo mejor o una era mejor que la que nos ha tocado
vivir, necesitamos que las acciones y las pasiones de los hombres se vean
suavizadas, matizadas, ennoblecidas por nuestra ternura de mujer.
[…]. Cuenta Plutarco que en Esparta, durante
el gobierno de Licurgo, se formó la escuela de las grandes mujeres
lacedemonias.
Ellas comprendieron y aprendieron la
importancia que para el Estado tiene la mujer: educa al niño y forma al hombre.
De
grandes mujeres sólo pueden salir grandes hombres.
En una ocasión se le preguntaba a las
espartanas por qué mandaban a los hombres; ellas contestaban “porque somos las
espartanas las únicas mujeres que damos a luz hombres”.
La
misión sagrada que tiene la
mujer no sólo consiste en dar hijos a la Patria, sino hombres a la Humanidad. Hombres en el sentido cabal y caballeresco
de la hombría, que es cuna del sacrificio cotidiano para soportar las contrariedades
de la vida y base del valor que inspira los actos sublimes del heroísmo cuando
la Patria lo reclama. Hombres formados en
las costumbres cristianas que han hecho fuerte a nuestra estirpe y
sensibles a la emoción de nuestros criollísimos sentimientos.
Hombres austeros, que forjen su vida al calor
del hogar, donde siempre palpita un corazón de mujer.
[…] Esperamos que todas las mujeres puedan
vivir una existencia feliz, con el orgullo de poder ser útiles a la patria, no
sólo dándole los hijos que necesita para su progreso, sino ciudadanos ilustres
para su prestigio ante el mundo entero.
Por poco que contribuyamos a conseguirlo, nuestra existencia será por siempre más un
canto al trabajo, un canto a la vida y un canto a la Patria […]».
«Discurso a la Comisión Auxiliar Femenina de la CGT»
(16 de diciembre de 1949)
«[…] La
grandeza de la Patria constituye el supremo ideal de las mujeres peronistas.
A nosotras nos corresponderá […] la tarea silenciosa y fecunda de consolidar
esta grandeza. A nosotras nos corresponde fundamentar esta grandeza material
sobre valores espirituales para que la nueva Argentina de Perón tenga
permanencia en la historia de la humanidad.
Lo único que vence a los siglos es el
espíritu de los pueblos. A nosotras, las mujeres, nos toca infundir el espíritu del peronismo en
cada argentino y transmitirlo
de generación en generación. A nosotras nos corresponde mantener el sentido idealista del peronismo, porque solamente el
desinterés y la generosidad llevados hasta el heroísmo pueden construir y
consolidar la grandeza de la Patria. Solamente un peronismo idealista,
desinteresado y generoso puede mantener por muchas generaciones la bandera
argentina flameando al tope de todos los mástiles de la Patria.
[…] La
grandeza de la Patria, nuestro máximo ideal, es digno de todo nuestro
amor y nuestro sacrificio […].
[…] El fanatismo es la sabiduría del
espíritu. Qué importa ser fanático en la compañía de los mártires y de los
héroes.
Al fin de cuentas, la vida alcanza su
verdadero valor no cuando se la vive de una manera egoísta, nada más que para
uno mismo, sino cuando se entrega a la vida toda íntegra, fanáticamente en
aras de un ideal que vale más que la vida misma […]
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