viernes, 26 de abril de 2019
sábado, 20 de abril de 2019
NOTA al Filósofo y Escritor "José Arturo Quarracino"
El Secretaria Político del
Movimiento "Primero la Patria" fue entrevistado en el programa "La Argentina que Viene" conducido por
"Ana María Marzabal", con la producción periodística
"CNS" y la participación de Daniel Mercado en AM 1080
"Radio Claridad" el jueves 18 de abril.
En la primera parte conversaron sobre el
significado y la importancia del JUEVES SANTO, luego compartieron algunas
reflexiones que surgen en relación a el Libro “El
Legado Filosófico-Doctrinal de Juan Domingo Perón”, del cual es coautor junto
con el Coordinador General del Movimiento "Primero la Patria"
Juan Carlos Vacarezza.
En la Segunda parte se refirió a la situación actual como
consecuencia de un esquema político y económico instalado, conectando esto con
coyuntura electoral nacional del año 2019 y, finalmente, concluyo con un motivador
mensaje para los jóvenes.
Pueden escuchar la entrevista
completa en el siguiente enlace:
sábado, 20 de octubre de 2018
viernes, 12 de octubre de 2018
Día de la Hispanidad - 12 de octubre
Día de la Hispanidad
Encuentro de América con España
(1492 -12 de octubre -2018)
“Si la América olvidara la tradición que enriquece su
alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista
que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente
baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez”
(Juan Domingo Perón, “En el Día de la Raza ”)
“En lo socio-cultural,
queremos una
comunidad que tome lo mejor del mundo
del espíritu, del mundo de las ideas y del mundo de los sentidos, y
que agregue a ello todo lo que nos es
propio, autóctono, para desarrollar un profundo nacionalismo cultural,
como antes expresé. Tal será la única
forma de preservar nuestra identidad y nuestra autoidentificación. Argentina,
como cultura, tiene una sola manera de identificarse: Argentina. Y para la fase
continentalista en la que vivimos y universalista hacia la cual vamos, abierta
nuestra cultura a la comunicación con todas las culturas el mundo, tenemos que
recordar siempre que Argentina es el hogar”
(Juan Domingo Perón, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional)
En el Modelo
Argentino para el Proyecto Nacional, Juan Domingo Perón ha sostenido que
ante el proceso de universalización de la Tierra (conocida popularmente como
“globalización”) el camino que debía recorrer la Argentina era
fundamentalmente el de conformar y consolidar una arraigada cultura nacional
como única
forma de preservar la identidad nacional, pero que este camino a
recorrer no significa ni caer en un europeísmo libresco (subordinándose
acríticamente a la aprobación del mundo “cultural” del Viejo Continente) ni
tampoco en un chauvismo ingenuo (repudiando todo aporte histórico europeo que,
junto con los diferentes grupos étnicos autóctonos) confluyó en la gestación
histórica del hombre argentino).
En este período especial de nuestra historia, en el
que nos encontramos sometidos y postrados como en los momentos más tristes y
dolorosos de nuestro devenir histórico, esta institucionalización y fortalecimiento
de la cultura nacional es la fuente fundamental para forjar el Renacimiento de la Argentina en
todos sus niveles.
Más que recuperar o reconstruir la Argentina , ante la
degradación que hemos padecido en forma sistemática y persistente desde 1976,
la tarea a la que estamos convocados es la de forjar el Renacimiento de nuestra querida
Argentina, asumiendo y respetando su herencia espiritual y cultural.
En palabras de Perón, “estamos en la aurora de un nuevo renacimiento”, en el
marco de un proceso que impulsa la integración mundial, lo cual nos exige “la
indispensable preservación de nuestra identidad” como pueblo y Nación, si no
queremos terminar desarraigados y convertidos en indefinidos habitantes de un
universo forjado por otros, los impulsores del imperialismo internacional del dinero.
En su histórico enfrentamiento contra España para
adueñarse de Europa y del mundo, desde el siglo XVII Inglaterra llevó adelante
una persistente y poderosa ofensiva imperialista cultural, para denigrar la
obra civilizadora de España en América. Producto de esta ofensiva cultural fue
la difusión e imposición de la Leyenda Negra como supuesta
verdad histórica indiscutible, pero falsa en su esencia, tal como lo expresa en
pocas palabras Juan José Hernández Arregui: “la leyenda negra fue impulsada por los ingleses como arbitrio
político, en una época en que los Hasburgos mandaban sobre Europa y amenazaban
a Inglaterra”, ocultando la verdad histórica que España se prolongó y se
fusionó en América, forjando la Nación Hispanoamérica
o la América
española (¿Qué es el ser nacional?,
Capítulo I, p. 24, Buenos Aires 2005, Ediciones Continente).
Fue el presidente Hipólito Yrigoyen quien oficializó
el 12 de octubre como Fiesta Nacional, fundamentado en el convencimiento que
“el descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya
realizado la humanidad a través de los tiempos”, porque “abrió insospechados
horizontes al espíritu”, y porque España volcó sobre el continente entonces
enigmático “el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores,
la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios […], derramando sus
virtudes” sobre la América
española (Decreto 4 de octubre de 1917).
En esta misma línea de pensamiento, Eva Perón sostenía
que España ejercitó sus virtudes en las tierras descubiertas, dictando leyes de
humanidad y fraternidad, fusionando su sangre con los indígenas y, a través de
los siglos, convirtiéndonos a los hispanoamericanos en “herederos directos de
su gesta y de la llama de eternidad que ellos transportaron por sobre los
mares”, de tal modo que América se ha convertido en “eternidad de España en el
mundo de la civilización”, y calificó a la Leyenda Negra como un cuento que “sólo tuvo validez
en el mercado de los tontos o de los interesados” (“Ante la proximidad del Día
de la Raza ”, en Escribe
Eva Perón, Buenos Aires 1951, pp. 35-37).
Tan cierto es que España trajo la civilización a
América y significó un progreso histórico inigualable, que un historiador
insospechado de nacionalismo e hispanismo como Samuel P. Huntington ha
reivindicado el carácter humanista y civilizador de la presencia de España en
América, al afirmar que en la
América hispánica se desarrolló una civilización, a la que
llama “latinoamericana”, que no sólo incorporó “elementos de las civilizaciones
americanas indígenas, ausentes de
Norteamérica y de Europa”, sino que además “incorporó las culturas indígenas, que no existían en Europa y que
fueron eficazmente aniquiladas en
Norteamérica”, dando así a entender que la “leyenda negra” se aplica más
bien a la expansión inglesa y holandesa, no a la española (El Choque de las Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial,
Ediciones Paidós, Buenos Aires 2001, 1ª edición, “Primera Parte”, n. 2).
Estas breves pero sustanciosas referencias nos
permiten afirmar con total certeza histórica que la política británica-anglomericana
de des-españolización de América ha
sido reimpulsada, tanto en sus orígenes como en estas últimas décadas, con el
objetivo político imperialista de promover la
tribalización de los Estados y naciones de América, Asia y África, en
muchos casos con falsos movimientos indigenistas financiados desde Gran Bretaña.
En consecuencia, forjar el Renacimiento Nacional a partir de
nuestra herencia cultural, espiritual y religiosa encarnada en el alma del
pueblo argentino, impone la necesidad ineludible e impostergable de enfrentar
el intento de imponer el tribalismo indigenista de raíz angloamericana y revivir el
encuentro del mundo europeo-hispánico-cristiano y los pueblos indígenas de
América, iniciado el 12 de octubre de 1492 con la llegada de
Cristóbal Colón al que llegará a ser el nuevo continente americano.
Como dice Eva Perón desde la eternidad celestial,
seamos dignos de esa herencia inmortal multiplicando nuestra fraternidad
nacional, unificando cada vez más los objetivos superiores del pueblo y de la Nación , echando abajo todas
las murallas que puedan separar aún a los trabajadores argentinos de la
conquista del porvenir, porque ante nosotros, como ante nuestros ascendientes
heroicos llegados de la España
cristiana, se ofrece un nuevo mundo social para quienes son capaces e renunciar
a sí mismos y de conquistar para sus hijos y sus herederos un mundo mejor.
Reeditemos su fe en Dios y en nuestros derechos a ser definitivamente libres,
dueños y soberanos de nuestro destino.
José A. Quarracino Juan Carlos Vacarezza
Secretario Político Secretario General
Movimiento “Primero la Patria”
lunes, 8 de octubre de 2018
La Fe mueve montañas N°14 - Geopolítica y aborto
Entrevista al filósofo y escritor José Arturo Quarracino en el canal TLV1 hablando de su libro "Geopolítica y Aborto", el envejecimiento demográfico, la concentración de la riqueza, la derrota cultural, etc.
martes, 25 de septiembre de 2018
¿SI DICEN QUE SON PERONISTAS, POR QUÉ NO SE INSPIRAN EN PERÓN?
A través de varios artículos publicados en este medio, pusimos de relieve y destacamos el camino al fracaso que tenía la actual gestión gubernamental, al pretender imponer una política bien liberal en lo económico y social, que tiene como objetivo retrotraer a la Argentina a la nefasta “Década Infame”, previa a la llegada de Perón y del justicialismo a la historia nacional.
Luego del golpe de Estado contrarrevolucionario de setiembre de 1955 se quiso intentar lo mismo, tanto por parte de gobiernos civiles como de facto, con el fracaso absoluto como resultado prácticamente “cantado”, pues si algo enseña la Historia es que los procesos políticos que tienen el retroceso como meta marchan inexorablemente al derrumbe.
En este sentido, ha llamado la atención la frase convertida en muletilla por varios dirigentes políticos del oficialismo, acompañados de repetidores mediáticos y analistas políticos liberales, que expresa que “venimos de 70 años de fracaso político y económico”, que recién ahora se estaría superando gracias al “cambio” que expresaría y estaría llevando a cabo el actual gobierno nacional. Pero hablar de 70 años hacia atrás es remitirse a 1948, incluyendo al Peronismo (Justicialismo) como partícipe o causa del fracaso nacional, lo cual constituye en realidad una mentira histórica que los datos económicos y sociales disponibles en archivos oficiales y en innumerables estudios nacionales y extranjeros demuelen sin compasión. Basta leer simplemente el libro escrito por el historiador y economista británico H. S. Ferns, La Argentina, claramente pro-british, antiargentino y antiperonista, en el que reconoce la obra revolucionaria que llevó a cabo Perón en sus dos primeras presidencias (pp. 246-247).
Que nuestro liberalismo vernáculo visualice a Perón y su política de gobierno como el inicio de la decadencia política y económica argentina responde a su concepción ideológica y es coherente con ella. Pero resulta llamativo y sorprendente que ejemplares típicos de “nuestro” progresismo (dicho sea de paso: ¿qué es ser progresista en Argentina?), autodefinidos “liberales de izquierda” (¿????) como Juan José Sebreli o inconfesos miembros de una organización política supranacional suizo-norteamericana como Fernandito Iglesias coincidan en esa misma visión liberal-oligarca del tristemente célebre Álvaro Alsogaray o del siniestro “general” Albano Harguindegui. Evidentemente, a liberales y progresistas los une el odio visceral al anti-peronismo.
En este punto, surge un interrogante: ¿por qué quienes se dicen dirigentes “peronistas” permiten que estos especímenes políticos mientan históricamente y manchen la figura y la memoria del fundador del Justicialismo? ¿Por qué sólo se limitan a hacer una simple mención “histórica” del Justicialismo y de su obra revolucionaria y se resisten al liderazgo espiritual y doctrinal de Perón y de su legado, que es lo sigue vigente cada vez más? Lamentablemente, la militancia política justicialista se ha reducido a hablar de Perón como figura del pasado, de lo que hizo y de lo que dijo, pero sin proyectar en el presente y hacia el futuro su proyección espiritual, cultural y doctrinal, es decir, su legado motivador y orientador en esta hora tan dramática para nuestra Patria y para nuestro sufrido pueblo, así diagnosticada hasta por los mismos analistas y economistas que simpatizan con el actual gobierno “macrista”.
En este sentido, es a todas luces innegable la incapacidad política de la dirigencia gubernamental en sus distintos ámbitos de acción, ejecutivo y legislativo. Sus miembros se creyeron los reyes de la gestión, pero resultaron ser los operarios del descalabro. Se paseaban por el mundo como los campeones del “cambio”, pero corrieron en chancletas y con la escupidera en la mano para arrojarse a los brazos del FMI. Ante una “oposición” atomizada y fragmentada al extremo, chocaron la calesita y se pusieron el país de sombrero. El “mejor equipo de los últimos 50 años” sólo supo ser un gestor de grandes negocios especulativos para el sector financiero y un endeudador a todas luces irresponsable. Les molestaba (y molesta) ser identificados o llamados como “gobierno para ricos”, cuando en realidad ha sido un “(des)gobierno para millonarios y para los grandes inversionistas internacionales, especulativos y depredadores”.
Como ha informado este domingo el analista económico Pablo Wende en el diario Infobae (“El "déficit cero" viene con impuestazo incluido y no se salva nadie”, la mejor idea que ha tenido el gobierno nacional para enfrentar la crisis que su incapacidad ha generado es hacer caer todo el peso del ajuste en el sector privado en su totalidad -productores y trabajadores- y en el sector laboral de la función pública. ¿Quiénes se salvan del ajuste? Los que forman parte de las estructuras políticas del Estado.
Ante esta perspectiva dramática, en vez de imitar el ejemplo de vida del General, la “oposición” sólo ha atinado a copiar sus gestos, pero sin su mirada estratégica. Por eso ha confundido la unidad del pueblo y de la Nación con el rejunte de dirigentes, “para enfrentar al neoliberalismo endeudador”, pero con los mismos que han sido o culpables, cómplices o responsables de la llegada de éste último al gobierno.
Ya en 1972 Perón no se cansaba de destacar que la Argentina vivía en ese entonces una situación complicada en sus raíces: lo más grave, decía siempre, que habían provocado los gobiernos de facto posteriores a 1955 eran la destrucción del hombre y la destrucción del Estado. De marzo de 1976 a la fecha ambas destrucciones se han profundizado a niveles alarmantes.
Como el mismo Perón dijo en ciertas oportunidades, él había puesto en manos de la dirigencia afín su proyecto de país, pero esa dirigencia había convertido ese proyecto en un quiosco de golosinas y revistas.
Ante la degradación moral y política que hoy nos caracteriza, hoy la “oposición” plantea, como hemos dicho líneas arriba, la unidad [de dirigentes] para producir un cambio de gobierno en el 2019, mediante el voto popular. ¿Con qué valores espirituales, morales y culturales? ¿Con qué proyecto de país, con cuáles orientaciones estratégicas? En este punto… silencio de radio. Pero en La Comunidad Organizada y en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional Perón habla y propone el renacimiento nacional, es decir, hacer todo nuevo, hacer nuevas todas las cosas.
Proponemos volver a Perón en concreto, en reconocer y asumir su conducción estratégica imperecedera, más allá de su ausencia física, porque como dice un texto del Antiguo Testamento, “los que enseñan la Justicia en la Tierra brillan como estrellas por toda la eternidad”.
Perón eterno, Evita inmortal, sostiene uno de las consignas más hermosas y orientadoras del Justicialismo. Ante la necesidad de hacer renacer nuestra Nación, ante la necesidad de hacer realidad el legado justicialista de Perón, antes de toda acción táctica a presente y a futuro es fundamental inspirarse y dejarse arrebatar el alma y el corazón por el ejemplo de los padres fundadores de nuestra Patria:
“Hay horas de la vida de los pueblos, como en la de los hombres, en que la oscuridad lo envuelve todo. Parecería que al conjuro de la maldición bíblica se malograsen hasta los anhelos más nobles y las aspiraciones más santas.
Es, a veces, el encadenamiento de sucesos infaustos ajenos a la voluntad humana, o hechos de la naturaleza que contrarían las más cautelosas previsiones, o la incomprensión de los hermanos, o la perfidia de los mezquinos, o todo eso junto, en un solo instante, en un solo minuto.
Son las horas de prueba a que Dios nos somete y de las que solo emergen los que fortalecieron su alma en la fe: esencia divina capaz de remover las montañas, realizar acciones inverosímiles y de llegar a convertir los sueños en realidad”.
“En 1816, el Congreso de Tucumán, “recibía a la Patria casi cadáver”, ha dicho uno de nuestros grandes historiadores. Y en verdad era así.
El desastre de Rancagua dejaba a Chile a merced de la reacción contrarrevolucionaria; las más oscuras conjuraciones conspiraban en Mendoza y Buenos Aires, contra la expedición libertadora que preparaba el general San Martín; el enemigo triunfante en el norte se aprestaba para invadir el territorio argentino y asestar a la revolución el golpe de gracia; la montonera anárquica campeaba en el litoral; veteranas tropas portuguesas marchaban sobre la Banda Oriental para jaquear, desde Montevideo, el flanco de los patriotas; porteños y provincianos anteponían pasiones y rencillas lugareñas a la suerte común de la nacionalidad; en Buenos Aires las rivalidades caudillescas convulsionaban el ambiente; en otras regiones de nuestra América –en el Cuzco, en Nueva Granada, en Venezuela – sucumbían, también, al contraataque realista.
El cuadro de la situación no podía ser más sombrío. Pero, porque creyeron firmemente; porque tuvieron fe en sí mismos y en el destino glorioso de la patria; porque veían la realidad futura, presintiéndola en la exaltación mística de sus ideales, pudo el capitán de los Andes remover las montañas, convirtiendo el sueño de la libertad argentina en la bandera triunfante de la emancipación sudamericana; y pudieron los congresales de Tucumán rasgar las tinieblas que se cernían sobre la nación incipiente, proyectando sobre el mundo luz inextinguible, en su desamparada grandeza.
¡Que solos y que pobres, pero que fuertes y espiritualmente ricos en virtudes propias de nuestra raza, debieron sentirse los fundadores de la patria!”
“La verdadera fe, cuando Dios la concede para las grandes empresas, no es una gracia estática; es un soplo creador de inspiración dinámica que se abre en un haz de virtudes para perdurar a través del tiempo.
Es junto a la fe, la austeridad, que ahoga al egoísmo porque es ofrenda y sacrificio permanente; es junto a la fe, lasolidaridad, que mata la flaqueza porque es aliento fraternal recíproco; es junto a la fe, la lealtad, que enaltece la propia estimación porque es decoro, respeto de sí mismo y el alimento espiritual más maravilloso con que se debe nutrir el noble corazón del soldado; y es la fe, junto a la camaradería, que une especialmente a todos los hombres de armas para realizar acciones de contenido heroico y de trascendencia legendaria. Virtudes militares, como veis, han sido y siguen siendo virtudes del alma argentina.
Nacidos así a la vida independiente, echamos a andar por nuestra cuenta. En ciento treinta años el país recorrió muchas etapas, y en cada una de ellas no todos los días fueron de sol; más de una vez hubo que doblar el cabo de las tempestades; y el cuadro entonces, si no idéntico, fue siempre parecido; la conjuración de factores aciagos, internos y externos; la ceguera de muchos buenos, la sordidez de muchos malos; y en la puja irreducible contra la adversidad los dones ancestrales de siempre vencieron”.
No se trata de ganar una elección, sino de refundar la Nación.
ES PALABRA DE PERÓN, PORQUE PERÓN VIVE
José A. Quarracino Juan Carlos Vacarezza
Secretario Político Secretario General
Movimiento “Primero la Patria”
[Publicado en Política del Sur, 18 de setiembre de 2018, Año 13 No. 583]
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