Día de la Hispanidad
Encuentro de América con España
(1492 -12 de octubre -2018)
“Si la América olvidara la tradición que enriquece su
alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista
que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente
baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez”
(Juan Domingo Perón, “En el Día de la Raza ”)
“En lo socio-cultural,
queremos una
comunidad que tome lo mejor del mundo
del espíritu, del mundo de las ideas y del mundo de los sentidos, y
que agregue a ello todo lo que nos es
propio, autóctono, para desarrollar un profundo nacionalismo cultural,
como antes expresé. Tal será la única
forma de preservar nuestra identidad y nuestra autoidentificación. Argentina,
como cultura, tiene una sola manera de identificarse: Argentina. Y para la fase
continentalista en la que vivimos y universalista hacia la cual vamos, abierta
nuestra cultura a la comunicación con todas las culturas el mundo, tenemos que
recordar siempre que Argentina es el hogar”
(Juan Domingo Perón, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional)
En el Modelo
Argentino para el Proyecto Nacional, Juan Domingo Perón ha sostenido que
ante el proceso de universalización de la Tierra (conocida popularmente como
“globalización”) el camino que debía recorrer la Argentina era
fundamentalmente el de conformar y consolidar una arraigada cultura nacional
como única
forma de preservar la identidad nacional, pero que este camino a
recorrer no significa ni caer en un europeísmo libresco (subordinándose
acríticamente a la aprobación del mundo “cultural” del Viejo Continente) ni
tampoco en un chauvismo ingenuo (repudiando todo aporte histórico europeo que,
junto con los diferentes grupos étnicos autóctonos) confluyó en la gestación
histórica del hombre argentino).
En este período especial de nuestra historia, en el
que nos encontramos sometidos y postrados como en los momentos más tristes y
dolorosos de nuestro devenir histórico, esta institucionalización y fortalecimiento
de la cultura nacional es la fuente fundamental para forjar el Renacimiento de la Argentina en
todos sus niveles.
Más que recuperar o reconstruir la Argentina , ante la
degradación que hemos padecido en forma sistemática y persistente desde 1976,
la tarea a la que estamos convocados es la de forjar el Renacimiento de nuestra querida
Argentina, asumiendo y respetando su herencia espiritual y cultural.
En palabras de Perón, “estamos en la aurora de un nuevo renacimiento”, en el
marco de un proceso que impulsa la integración mundial, lo cual nos exige “la
indispensable preservación de nuestra identidad” como pueblo y Nación, si no
queremos terminar desarraigados y convertidos en indefinidos habitantes de un
universo forjado por otros, los impulsores del imperialismo internacional del dinero.
En su histórico enfrentamiento contra España para
adueñarse de Europa y del mundo, desde el siglo XVII Inglaterra llevó adelante
una persistente y poderosa ofensiva imperialista cultural, para denigrar la
obra civilizadora de España en América. Producto de esta ofensiva cultural fue
la difusión e imposición de la Leyenda Negra como supuesta
verdad histórica indiscutible, pero falsa en su esencia, tal como lo expresa en
pocas palabras Juan José Hernández Arregui: “la leyenda negra fue impulsada por los ingleses como arbitrio
político, en una época en que los Hasburgos mandaban sobre Europa y amenazaban
a Inglaterra”, ocultando la verdad histórica que España se prolongó y se
fusionó en América, forjando la Nación Hispanoamérica
o la América
española (¿Qué es el ser nacional?,
Capítulo I, p. 24, Buenos Aires 2005, Ediciones Continente).
Fue el presidente Hipólito Yrigoyen quien oficializó
el 12 de octubre como Fiesta Nacional, fundamentado en el convencimiento que
“el descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya
realizado la humanidad a través de los tiempos”, porque “abrió insospechados
horizontes al espíritu”, y porque España volcó sobre el continente entonces
enigmático “el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores,
la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios […], derramando sus
virtudes” sobre la América
española (Decreto 4 de octubre de 1917).
En esta misma línea de pensamiento, Eva Perón sostenía
que España ejercitó sus virtudes en las tierras descubiertas, dictando leyes de
humanidad y fraternidad, fusionando su sangre con los indígenas y, a través de
los siglos, convirtiéndonos a los hispanoamericanos en “herederos directos de
su gesta y de la llama de eternidad que ellos transportaron por sobre los
mares”, de tal modo que América se ha convertido en “eternidad de España en el
mundo de la civilización”, y calificó a la Leyenda Negra como un cuento que “sólo tuvo validez
en el mercado de los tontos o de los interesados” (“Ante la proximidad del Día
de la Raza ”, en Escribe
Eva Perón, Buenos Aires 1951, pp. 35-37).
Tan cierto es que España trajo la civilización a
América y significó un progreso histórico inigualable, que un historiador
insospechado de nacionalismo e hispanismo como Samuel P. Huntington ha
reivindicado el carácter humanista y civilizador de la presencia de España en
América, al afirmar que en la
América hispánica se desarrolló una civilización, a la que
llama “latinoamericana”, que no sólo incorporó “elementos de las civilizaciones
americanas indígenas, ausentes de
Norteamérica y de Europa”, sino que además “incorporó las culturas indígenas, que no existían en Europa y que
fueron eficazmente aniquiladas en
Norteamérica”, dando así a entender que la “leyenda negra” se aplica más
bien a la expansión inglesa y holandesa, no a la española (El Choque de las Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial,
Ediciones Paidós, Buenos Aires 2001, 1ª edición, “Primera Parte”, n. 2).
Estas breves pero sustanciosas referencias nos
permiten afirmar con total certeza histórica que la política británica-anglomericana
de des-españolización de América ha
sido reimpulsada, tanto en sus orígenes como en estas últimas décadas, con el
objetivo político imperialista de promover la
tribalización de los Estados y naciones de América, Asia y África, en
muchos casos con falsos movimientos indigenistas financiados desde Gran Bretaña.
En consecuencia, forjar el Renacimiento Nacional a partir de
nuestra herencia cultural, espiritual y religiosa encarnada en el alma del
pueblo argentino, impone la necesidad ineludible e impostergable de enfrentar
el intento de imponer el tribalismo indigenista de raíz angloamericana y revivir el
encuentro del mundo europeo-hispánico-cristiano y los pueblos indígenas de
América, iniciado el 12 de octubre de 1492 con la llegada de
Cristóbal Colón al que llegará a ser el nuevo continente americano.
Como dice Eva Perón desde la eternidad celestial,
seamos dignos de esa herencia inmortal multiplicando nuestra fraternidad
nacional, unificando cada vez más los objetivos superiores del pueblo y de la Nación , echando abajo todas
las murallas que puedan separar aún a los trabajadores argentinos de la
conquista del porvenir, porque ante nosotros, como ante nuestros ascendientes
heroicos llegados de la España
cristiana, se ofrece un nuevo mundo social para quienes son capaces e renunciar
a sí mismos y de conquistar para sus hijos y sus herederos un mundo mejor.
Reeditemos su fe en Dios y en nuestros derechos a ser definitivamente libres,
dueños y soberanos de nuestro destino.
José A. Quarracino Juan Carlos Vacarezza
Secretario Político Secretario General
Movimiento “Primero la Patria”
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